Biel Pol: - Joana, ¿crees que existe el flirteo inocente?  

Joana Pol: -  Depende de la persona. ¿De quién me estás hablando? Cuenta, cuenta.

BP: - ¿Crees que alguien que tiene pareja debe abandonar toda forma de coqueteo?   

JP: -  En absoluto. Creo que tener pareja no debe impedirnos apreciar la belleza y la gracia de los demás, ni mucho menos impedirnos expresar la admiración ante las cualidades ajenas. ¿Estamos hablando de ti? Eres un coqueto patológico, con o sin pareja. Sobretodo con cierto tipo de mujeres. Me parece que tu novio se ha puesto celosillo…  

BP: -  ¡Demonio de mujer! No coqueteo con las mujeres. Aunque es cierto que me gusta expresar mi admiración ante la buena educación, el buen gusto, la clase, la belleza y la inteligencia, y por alguna razón estas cualidades las veo con mayor frecuencia en mujeres que en hombres. No debería ser un problema.   

JP: -  Tú lo has dicho.   

BP: -  Al fin y al cabo, sólo es un juego. Alguna mirada, algún pequeño piropo, alguna broma… No es importante. Es un juego inocente.     

JP: -  Flirtear un poquito no te convierte en infiel, y tu pareja debería saberlo. Pero lo que me preocupa es precisamente ese intento tuyo por justificarte. Jamás antes te he visto hacerlo.  Quizá estás en un período de baja autoestima, tienes problemas con tu pareja, estás aburrido, sufres una crisis de edad, o simplemente no estás enamorado.

BP: - Oye, no me cuentes cuentos. Tú presumes de un magnífico matrimonio, y sin embargo yo te he visto coquetear.  

JP: - Sí. La diferencia, querido hermano, es que yo jamás he sentido la necesidad de justificarme, porque yo sí soy inocente.

BP: - ¡Eres diabólica!