¿Mala Leche?

Por Karel Deprez.

 

Hace poco leí un artículo en The Pediatric Infectious Disease Journal (revista sobre enfermedades infecciosas pediátricas)  que me dejó perplejo: un estudio llevado a cabo por 10 científicos del americano Center for Disease Control (CDC, centro para el control de enfermedades) concluyó que los efectos inmuno-estimulantes de la leche materna interfieren en la eficacia de las vacunas. Aconseja a las madres dejar de dar el pecho (y quitarle al niño y a la madre todos los beneficios que aporta) para permitir que las vacunas actúen, ya que los anticuerpos contenidos naturalmente en la leche materna reducen la eficacia de las vacunas. Obviamente estas cabezas pensantes no creen en la capacidad innata del cuerpo humano y menos aún en el sistema inmunitario que todos poseemos.
Los investigadores del CDC iniciaron su estudio en búsqueda de respuestas para determinar por qué las vacunas orales de rotavirus viva tienden a no funcionar en países subdesarrollados, pero sí en países occidentales. Resulta que la leche materna está cargada de inmunoglobulina A, lactoferrina, lisozima y otros factores inmunes esenciales con los que el bebé desarrollará su proprio sistema inmunitario y estos bloquean la vacuna.
Por si queda alguna duda, la leche materna es la mejor nutrición para un bebé. Hay centenares de estudios que han demostrado sus beneficios, tanto en el bebé como en la madre. El cuerpo de la madre empieza a producir leche cuando el cerebro detecta la presencia de las hormonas prolactina y oxitocina en la sangre. Ambas hormonas se producen naturalmente durante el embarazo y sus niveles aumentan durante el parto. La oxitocina estimula las contracciones del útero y esto, a su vez, estimula la producción de prolactina. Después la succión del pezón durante la lactancia, aumenta aún más los niveles de esta hormona. Cuestión de oferta y demanda: más succión, más prolactina, más leche.
En los primeros días después del parto, el pecho produce calostro, un liquido acuoso y amarillento rico en proteínas y anticuerpos que proporcionan inmunidad pasiva al bebé, ya que su propio sistema aún no está del todo desarrollado. El calostro tiene una función laxante que ayuda al bebé a expulsar el meconio de su sistema intestinal y previene la acumulación de bilirrubina en la sangre del neonato protegiéndole  así de la ictericia del recién nacido (piel y blanco de los ojos de color amarillo).
Después del cuarto día, la leche cambia: es acuosa y dulce y ayuda a quitar la sed del neonato. Contiene proteínas, azúcares y minerales esenciales para el desarrollo del sistema gastrointestinal; pocos bebés alimentados con leche materna tienen problemas de cólicos en comparación con la gran mayoría de los que son alimentados con leche artificial. Con el paso del tiempo, la leche es más densa y cremosa, lo que satisface el hambre del bebé. Los niveles de inmunoglobulina A en la leche son elevados desde el décimo día y hasta al menos 7 meses después del parto. La leche ahora contiene carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas, minerales, hormonas y enzimas digestivas, todos esenciales para el crecimiento del niño. También contiene anticuerpos y células blancas (leucocitos) que tienen un importante papel  inmunitario: la madre en su contacto con su bebé está expuesta a los patógenos del bebé y produce los anticuerpos necesarios para él en su leche, creando una inmunidad individualizada para su pequeño.

Si todo esto no fuera suficiente, la revista Health Day destaca en una publicación reciente varios estudios que demuestran que amamantar también beneficia a la madre: reduce el riesgo de cáncer de pecho y de ovario, de osteoporosis, de tensión alta y de enfermedades cardíacas.
Dar el pecho durante varios meses ayuda a la madre a perder el peso acumulado durante el embarazo, y reduce el sangrado posparto, ya que la estimulación del pezón contrae el útero que se reduce hasta su tamaño normal en pocos días.

Un estudio de la Universidad de North Carolina-Chapel Hill, publicado en Archives of Internal Medicine, demuestra que las mujeres con un historial de cáncer de pecho en su familia podrían reducir el riesgo de contraer la misma enfermedad en un 59%, de forma que  el riesgo sería comparable con el de las mujeres que no tiene precedentes familiares.

Por último un estudio de la Universidad de California ha demostrado que los padres de niños alimentados con leche materna duermen de 45 a 70 minutos más por la noche, algo que debería convencer a cualquier padre de neonatos…


Es evidente y ha sido universalmente demostrado que no hay nada tan nutritivo ni tan beneficioso para la salud del bebé y de la madre que amamantar.
 

Karel Deprez, Quiropráctico - Palma

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