2012 Reloaded
El plan "Por un 2012 excelente" fue casi un éxito (Ver Rituales definitivos de fin de año: https://www.inmediatika.es/products/rituales%20definitivos%20de%20fin%20de%20a%c3%b1o/)
Alicia Misrahi. www.aliciamisrahi.com
Casi, porque, no me preguntéis cómo, perdí un zapato en la vuelta a la manzana con la maleta roja, que pesaba lo indecible porque, en el último momento, decidí quitar algunos cachivaches eróticos y añadir unos cuantos libros, varios folletos de viajes y algunas cosillas más.
Previamente, con las prisas por la excelencia en la ejecución y en besar y a abrazar a todo el mundo mientras tiraba las penas por la ventana, tropecé y tiré el vaso de agua que simbolizaba los sufrimientos y las lágrimas en la cara de un invitado. Espero no causarle ninguna desgracia irreparable.
Con las campanadas, empecé uno de mis propósitos de fin de año: sustituí las uvas por gajos de mandarina, que tienen menos azúcar. ¡He empezado mi régimen para adelgazar mi regio culo!!!!!
Tuve algún otro tropiezo más. Como que tiré la prenda interior nueva y rojísima por la ventana en lugar de ponérmela (por lo menos no la quemé y pude recuperarla), pero al final me libré de los trastos viejos y un mueble horrible según la tradición napolitana (he mirado por la ventana y siguen ahí, ¡madre mía!). Total, que salí sin bragas a recoger mi tanguita. Eso sí, la primera persona que vi fue un hermoso mozo de 17 años que no sé si se recuperará nunca de la impresión pero que a mí seguro que me da mucha suerte.
Cuando volví de la vuelta maletera para propiciar los viajes y el movimiento en mi vida, encaramada en un solo zapato de tacón, cerré la puerta con llave y con el apresuramiento, porque todavía me quedaban rituales que cumplir (vaciar la botella de cava para poder poner los deseos que habíamos escrito todos y correr hacia un arroyo para liberarla), tropecé y se me partió la llave dentro de la cerradura.
Decidimos poner, provisionalmente, la botella en la bañera con el agua corriendo mientras llegaban los bomberos a socorrernos porque estábamos todos encerrados en casa.
¡Y, válgame Dios! Aparecieron los bomberos. Uno de ellos era de calendario. Destrozaron la puerta para liberarnos, pero francamente, queridos, me importa un bledo, supongo que así entrará más gente interesante en mi casa (igual se convierte en un nuevo ritual para atraer good vibrations). Le miré a través de la mirilla y casi me da algo, pero al verle de frente, una vez liberados, me sentí presa de su mirada y de sus músculos.
Me dio una tarjeta, me guiñó un ojo y me dijo terminaba su jornada laboral a las cinco de la mañana. Le llamé un poco antes del plegado de la manguera y volvió para acabar el servicio. Decidí pedir a mis invitados que se fueran a lanzar la botella de los deseos al río Llobregat (no parecían tener ninguna prisa por irse, los malditos). No soy una desalmada, los aprovisioné con múltiples botellas de cava y tabletas de turrón.
Y vino mi bombero, con casco y todo. Uauuuu, ahora sí creo en Papa Noel. Y en los Reyes Magos y hasta en la Santísima Trinidad.
Pero todavía nos queda más trabajo para asegurarnos un año feliz, queridos. Leí otra tradición según la cual los doce primeros días de enero simbolizan los doce meses del año. Hay que procurar que cada uno de estos doce días sea tranquilo, feliz, rico y maravilloso.
