AMMA o las trampas de la "predestinación"

El romanticismo y la idea de la predestinación en el amor van a acabar con nosotras, niñas. Y no hablo en sentido figurado, sino totalmente real: pueden acabar con nuestra forma de vida, con nuestra personalidad e individualidad y puede que, si llevamos hasta el extremo la creencia de que el amor lo puede todo y convertirá a un canalla impresentable en un amoroso gatito,  hasta con nuestra propia vida en sí, entendida como las características físicas que hacen que sigamos respirando hasta que alguien nos corta el suministro sea por asfixia, apuñalamiento u otro método.

Alicia Misrahi. Autora de Sé Mala, Liguemos.com y Todo lo que no has de hacer si buscas amor.
Página web: www.aliciamisrahi.com

Soy Anna Miralles y formo parte de AMMA. La otra mitad de mi predestinación amorosa es Martín Alemán.
Cuando ya habíamos llegado a la conclusión de que el destino que presuntamente reúne a los amantes llamados a amarse sobre todas las cosas y por encima de todos los obstáculos y para siempre era puro camelo, nos conocimos y nos enamoramos y nos dimos cuenta de que nuestras iniciales juntas forman AMMA.
-¡Predestinación! –exclamamos los dos a la vez y nos reímos como locos.

Los dos hemos vivido diferentes encuentros y parejas tocados por la magia de la predestinación y nos hemos hundido varias veces ante la vacía y dolorosa realidad. A estas alturas, la cosa en sí ya nos da bastante risa.

¿Inexplicable coincidencia  o trivial casualidad amorosa?
Martín creyò que había encontrado a su alma gemela predestinada cuando se enamoró de una mujer aparentemente maravillosa que era pintora, como él; zurda; como él; que había vivido en el 2.A toda la vida, como él, y que también adoraba las patatas fritas a la vinagreta, un sabor que no tiene muchos adeptos. Resultó ser una lunática neurótica peligrosa y su amor estalló en mil pedazos cuando ella quería cada vez más y más pruebas de su amor y nunca se saciaba…

Señales amorosas
Las cosas y razones de la predestinación pueden ser simples y banales o  historias complejas. Amé a Johann porque creía conocerle y me convencí de que el destino nos había unido cuando, tras nuestro primer beso declaró, cuando ambos estábamos aun sin aliento: “siempre pensé que tras un beso de amor estallarían fuegos artificiales y no”.
Casualmente, después de sus palabras varias preciosas palmeras de colores empezaron a surcar el cielo subrayando nuestro “amor”.
    
Yo creí firmemente que era una señal (otra de las “cualidades” intrínsecas del Destino), pero se ve que él no. Ni me abandonó, simplemente desapareció de mi vida paulatinamente y al cabo de dos meses me enteré de que estaba saliendo con una “amiga” mía aun antes de dejarme.
Cierto, debería haber sospechado que era un hombre frío al oír su sorprendente declaración, pero pensé que era muy romántico. Cierto, debería haber adquirido la certeza de que algo no funcionaba bien cuando empezó a contarme sus descalabros amorosos y afirmó que no había encontrado ninguna mujer que pudiera hacer que sentara la cabeza. Pensé que conmigo sería diferente…
Otra de las trampas del amor… “romántico”.

El quid de la cuestión no es que las coincidencias, casualidades o caprichos del destino del amor sean contundentes e inapelables, sino creer en ellas.

Fase tontuna del enamoramiento
El estado de gracia de las coincidencias y de la predestinación es una fase del enamoramiento. Una de las primeras, en la que dos desconocidos sienten algo inexplicable que les supera y se esfuerzan en encontrar puntos, aficiones, lugares y pensamientos en común que legitimen un amor que les desborda y les atonta.

No digo yo que sea consciente. Más bien es bastante inconsciente… y loco.

Porque si algo deberíamos tener ya claro es que el enamoramiento –no confundir con el amor- es tonto, ciego, sordo y nos amebiza mentalmente.

 



No falta quien utiliza la creencia en la predestinación o en las coincidencias de amor en propio provecho. Como los seductores profesionales surgidos de teorías como la “seducción científica”, siempre atentos a fortalecer su aura de seductores seduciendo a las mujeres y a quedar, ante sus amigos, como el mejor Don Juan de la historia.
Y yo siempre he preferido a Casanova, más culto, más interesante, más viajado y más caballero, quien no coleccionaba mujeres  y conquistas sino que vivía el amor y lo respiraba en relaciones, que podían durar más o menos pero en las que se involucraba en cuerpo y alma.

Los seductores “Pro” son expertos en aprovechar cualquier circunstancia o detalle, por nimio que sea, para convencer a la que creen su presa de que es ese ente inapelable y mágico llamado predestinación amorosa quien ha hecho que se encontraran o coincidieran, sea que nunca pasan por esa calle y hoy han pasado porque era inexcusable que la conocieran o hasta que ambos usan la misma talla de zapatos.
También usan la técnica de ir a diversos escenarios el mismo día para crear la ilusión de que ha habido varias citas y conseguir que sus objetivos confíen en ellos.

Encuentros supermegarrománticos
Los puntos en común con nuestro enamorado se interpretan como señales del Destino, pero éste es mucho más complejo y se apoya también en un encuentro casual lleno de magia.

Cualquier amor “de verdad” tocado por la fantasía animada de la predestinación que se precie debe tener como punto de partida un encuentro romántico como que él estuvo a punto de atropellarla con su coche (si la atropella, no es un amor romántico predestinado, es una tragedia muy poco estética llena de sangre y vísceras) o que se conocieron cuando ambos se equivocaron de tren.
Para que sea verdaderamente romántico y predestinado, el encuentro tiene que ser cuanto más imposible, casual y surrealista mejor.

Entonces, ambos amantes se convencerán de que ha sido el destino quien los ha unido. Y de ahí establecerán todo tipo de conexiones.
Las víctimas de la creencia en el amor loco son expertas en creer que cualquier casualidad es importante y definitiva y en buscar coincidencias mágicas donde no las hay.
Tenía una amiga que tuvo una historia tormentosa de años de encuentros, desencuentros y separaciones con un hombre que la menospreciaba en público y que la controlaba y la celaba. En una de sus separaciones, se volvieron a encontrar en el pueblo de él, situado en otra comunidad autónoma, y ella, emocionada y traspasada de amor afirmó:
-Ha sido el destino.
Intentó convencerme en vano de que era mágico que ella hubiera ido a la casa de la madre de él (donde él vivía por aquel entonces) un mediodía y que él hubiera aparecido cuando nunca iba a la hora de comer.
Intenté convencerla, intento futil, de que la verdadera casualidad hubiera sido que se encontraran en Venecia o en Helsinki por sorpresa sin que ninguno de los dos supiera que el otro iba a emprender viaje.

 




Tu amor me desmaya
En el acto loco de definir un enamoramiento como un amor “verdadero” es también fundamental el efecto que se causen el uno al otro. Si se quedan sin palabras, con la boca abierta, el corazón acelerado y ambos órganos babeantes, será considerado amor verdadero, aunque, lo más probable es que se trate de un ataque sorpresa combinado de las feromonas y de las hormonas.

La fase de las coincidencias amorosas y de la predestinación tiene su encanto, el problema es creérsela a pies juntillas e hipotecarse la vida de por vida por ella y empecinarse en que, dado que es cosa del destino, es incontestable y no tiene remedio.

La idea subyacente es: que lo que el destino ha unido, no lo separe el hombre. Y mujeres u hombres nos liamos la manta a la cabeza para aguantar lo inaguantable y conseguir que él o ella por fin se den cuenta de que somos su… destino y no tienen más remedio que amarnos. ¡JA!

Una cosa son las locuras de amor, como recorrer 1.000 km para verle o tapizar su casa con ramos de rosas, y otra muy diferente son las tonterías de amor, como dejar el trabajo, la casa, los amigos y toda la vida para irse a vivir con ´la otra persona a un país lejano sin apenas conocerse o comprarle una floristería para labrarle un porvenir invirtiendo todos nuestros ahorros. Por poner dos ejemplos.
Quizá ni siquiera son tonterías de amor sino, simplemente tonterías. Sobre todo si ni siquiera tienes dinero para pagarte un billete de retirada/vuelta a casa.


Y eso, niñas, es lo que puede causar que el romanticismo acabe con nosotras (o nosotros), tanto con nuestra personalidad –si nos subyugamos a las necesidades y deseos del otro- como con nuestra vida, si creemos que el verdadero amor es por fuerza tormentoso y esperamos redimir al canalla que nos hace la vida imposible, nos ningunea, no nos tiene en cuenta ni consideración o nos maltrata.

Lo digo yo y lo dicen los estudios. Hay varios estudios que relacionan la creencia en el amor romántico –ese que todo lo da y no pide nada a cambio y que es más importante que las personas que se aman, por ejemplo- con la tendencia a caer en el maltrato.

Somos AMMA (Anna Miralles y Martín Alemán) y nos queremos conocer de verdad, más allá de las hormonas y del carroussél de sentimientos del amor loco. Quizá nuestro enamoramiento  se convierta en amor, quizá no. Estamos dispuestos a intentarlo.
Y los dos somos zurdos :-P

AMMA, pero con cabeza y teniendo en cuenta que el amor no se basa en la entrega total al otro –sobre todo si el otro no da nada- y que la persona que más tienes que querer eres tú misma.

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