Coches Divertidos III
Por una de esas cosas de la vida, y porque paso más tiempo buscando en la red que pelando cocos, he logrado encontrar fotos de reproducciones de los once Autos Locos que tanto me gustaron en dibujos animados de Hannah & Barbera. La semana pasada puse una de las fotografías, la del Compact Pussycat de mi heroína Penélope Glamur. No tenía muchas esperanzas de encontrarlos a todos, pero ¡aquí los tenéis!
Recordemos que la diva Penélope Glamur era una competidora limpia y noble, aunque no muy liberada. De hecho, de haber sido una mujer real hubiera recibido más de un reproche (o un tomatazo) de otras féminas más progresistas, pues (muy femenina ella) era de las que se pintaban los morros mientras otro colega le reparaba el coche para que pudiera continuar en la competición. El equipamiento de su coche iba más destinado a ir estupenda que a ganar ninguna competición, lo cual era otra pulla del guionista contra las mujeres que en la época pretendían ocupar puestos supuestamente para varones, pero competían con “armas de mujer”. Entre ese equipamiento había una práctica sombrilla, pintalabios, peine, espejo de maquillaje y alguna que otra arma secreta, como el champú de huevo.
El Rockomóvil.
Este singular coche de piedra era conducido por los hermanos Piedro y Roco Macana, primos lejanos del famoso Capitán Cavernícola. El coche era tan precario como parecía: incluso en un episodio en que su aparentemente duro coche fue destruido, los hermanos Macana fueron capaces de construirse uno nuevo a base de golpear con sus porras un pedrusco. Combinaba perfectamente un chasis de piedra con unos rústicos ejes de madera y ruedas de piedra; el motor del coche llevaba dentro un pequeño dinosaurio que supongo que hacía rodar algún mecanismo muy primitivo dentro del coche. ¡Al menos, era un poco más avanzado que el troncomóvil de los Picapiedra!
El Súper Chatarra Especial
El Súper Chatarra Especial era mitad tanque, mitad jeep. El sargento Blast ordenaba y mandaba sobre el piloto, el pobrecico soldado Meekly, que obedecía todas las órdenes sin rechistar. Más tarde la gran película “La chaqueta metálica” me recordó tanto al gruñón sargento como al citado soldado, unos estereotipos realmente logrados en esta sencilla serie de dibujos animados, aunque algunos dirían, y con razón, que esa extraña relación de dominación-dependencia era digna de un estudio psicológico. Ambos iban con bastante seguridad y (por qué no decirlo, cierta prepotencia), con su tanque, y durante las carreras hacían uso de todo el equipamiento militar del tanque, con escasa deportividad. Un poco como lo que en realidad es el ejército made in USA, ¿no?
El Espantomóvil
Esta genial casa del terror con ruedas era conducida por otra pareja de hermanos, los Creepy (Big y Little). Entre las maravillas técnicas del vehículo se encontraba su tercer pasajero, un dragón que vivía en la torre y que era capaz de dotar al coche de 1000 llamaradas de potencia, chamuscaba a alguien de vez en cuando y podía hacer que el coche volara, sacando sus alas. Les acompañaba un auténtico ejército de fantasmas y muciélagos. Era todo un mundo tenebroso sobre cuatro ruedas.
El Stuka-Rakuda
Era una clarísima réplica del avión del barón rojo, pero en coche de carreras. Su propietario, el Barón Hans Fritz (The Red Max) casi siempre llevaba las cuatro ruedas sobre el asfalto, pero eventualmente podía saltar y volar pequeñas distancias para esquivar obstáculos o rivales. Poseía una ametralladora de guerra, pero la utilizaba solamente en las ocasiones en las que el obstáculo era más sencillo de destruir que de esquivar.
El Súper Convertible
El Profesor Locovich (Profesor Pat Pending) conducía este peculiar cacharro capaz de convertirse en casi cualquier cosa que tuviera la capacidad de moverse (barco, coche, avión, helicóptero...). Se trataba de un personaje más bien bonachón, preocupado más de evitar los obstáculos que ponían sus rivales que de ponerlos él.
La Antigualla Blindada
Mafio y sus seis compinches viajaban en este sedán de los años veinte. Se trataba de una pandilla de gángsters pequeñitos y bastante ineptos que afrontaban las dificultades de las carreras como un equipo, un grupo de mafiosos potencialmente incapaces de salir con éxito de las situaciones con que se encontraban. En la serie, el coche les venía muy grande. Siempre supuse que eran una graciosa referencia a los siete enanitos de Blancanieves, avalada esta opinión con la presencia en la serie de Penélope Glamur, que era como Blancanieves, y Pedro Bello, que venía a ser el Príncipe Azul.
El Alambique Veloz
Este peculiar artefacto llevaba como conductor a otro estereotipo, Lucas el granjero, un auténtico paleto que sin embargo era capaz de conducir el coche con los pies mientras fumaba y dormía (auténtica proeza que juro por mis muertos que repite más de un conductor hoy en día). Claro que, fíjense, el asiento del piloto ¡es una auténtica mecedora! Junto a él viajaba el Oso Miedoso, encargado de echar carbón a la caldera para acelerar el trasto. ¿Era una velada referencia a la fabricación ilegal de alcohol en las zonas rurales de USA? ¿Y, quizás, una referencia a su dependencia? Y fíjense que digo “referencia” y no “crítica”.
El Superheterodino
Este dragster con forma sospechosamente fálica parecía uno de los coches más rápidos del grupo, sin embargo, su conductor, Pedro Bello, un auténtico calzonazos, adolecía de cierta candidez cuando se detenía para ayudar a su amor, Penélope, a la que llegaba incluso a dejar ganar en alguna ocasión. Siempre pensé que ese amor era, en el mejor de los casos, platónico, y en el peor, una tapadera, ya que parecía evidente que el caballeroso Pedro Bello en realidad era de la otra acera. Vamos, que al acabar la carrera seguro que prefería una fiesta privada con Lucas el granjero que con la coqueta, superficial y cabeza de chorlito Penélope. Sin embargo, conste que esto es sólo en mi imaginación calenturienta, ya que tanto el coche como el conductor estaban diseñados para parecer los más “normales” de la colección, es decir, para "parecer” lo que en realidad se suponía que “eran”. ¡Hasta el nombre parecía diseñado para ser una referencia hetero! No sé si se me entiende.
El Troncoswagen
Este extraño vehículo estaba construido de madera y tenía ruedas de sierra dentadas, con una precariedad que estaba al nivel del Alambique y el Rockomóvil. Lo conducían un leñador y un castor, llamados respectivamente Brutus y Listus, y eran conductores muy agresivos.
El Súper Ferrari Especial
El Super-Ferrari Especial era mi favorito, un espectacular coche a reacción con un montón de armas y secretos ocultos, a lo James Bond. Sus dos pilotos eran el británico Hamilton y un tal Schumacher, ¡perdón!, el francés Pier Nodoyuna y su perro Patán (¿en qué estaría yo pensando?). Lo tenían todo a favor para ganar todas las carreras, pues tenían con diferencia el mejor coche, pero eran incapaces de jugar limpio. Estaban más preocupados poniendo trampas y saboteando a los rivales que compitiendo de verdad. Las fechorías de estos villanos finalmente siempre se volvían contra ellos, de tal forma que jamás ganaron una carrera, y cuando lo hicieron fueron fulminantemente descalificados. Las trampas y tretas que preparaban eran tremendamente originales, del estilo a las que ponía en marcha el pobre Coyote para intentar capturar al correcaminos (por algo ambas series compartían el mismo guionista, Mike Maltese). Patán es mundialmente conocido de forma individual por su peculiar risa expirada, de quien por cierto he copiado yo la mía cuando consigo mi objetivo de irritar a mi hermana.
¡La semana que viene, más coches divertidos by Biel Pol!