Escribo al filo de esta noche electoral de un  Mayo español protagonista de portadas allá por donde el Potomac  baña Washington y por los alrededores del Frankfurter Allgemeine Zeitung, e incluso en la pérfida Albión (que es donde Guillermo y Catalina).

Así estoy: Con los párpados ahítos de urnas resplandecientes; con resaca de israelitas (susurros prestados a pie de urna); mareado con sondeos  para llevar datos como agua a las noria de los “especialelecciones”; cegado por el brillo digital de las cabeceras de las TDTantas cadenas auto/pluri y transnacionales, y despistado de resbalar surfzapeando por los polímeros  fisicos o virtuales de los platós con presentadores que venden resultados como “Thermomixs”. Los de IB3 lo hacen muy bién a pesar de que el repartidor de datos debe ser el mismo que el de los Donuts de la mañana, y les ha puesto cardíacos a los pobres.

Asisto a un cambio. Y así es: Veo mudar semblantes. Veo a Francina Armengol sin su permanente sonrisa de haber ganado un Pocoyó gigante en la Feria del Ram, outfit blusa hippie made in Menorca, con postura de recibir la primera comunión, mientras Francesc Antich, que se sabe expresidente se come el marron de hacer lo más amargo que se puede hacer, que es explicar un fracaso. El cuello de Antich, sorprendentemente dilatado parece el tunel de Soller.  Será una mutación para que pase la saliva que, a pesar de todo, aparece seca en los labios aún más secos (¿donde está ese puto vaso de agua?).

El triunfo tiene propiedades mágicas y te pone guapo, ergo al ex inquilino del Consolat no le adorna y parece marrón y de fieltro como un teleñeco. Al otro lado, como una vestal, Aina Calvo, manitas cruzadas, parece dispuesta a inmolarse y para evadirse de la perorata del jefe, se imagina su tormento: Ella con sus perlas y su blusa francesa, en medio del carril bici a punto de ser atropellada por un pelotón de domingueros en bicis municipales.

Como una Maria Antonieta  socialista que no entendiera porqué va a la guillotina de la oposición.

La noche electoral es un Jano Bifronte, y tiene dos caras (éxito-fracaso) .

En la dialéctica perdedor-ganador, el que gana el casting se lleva la película, los periodistas y sus flashes, y los aplausos de los militantes (opuestos a los carraspeos). Por tanto Bauzá es el bueno, el guapo, y el listo de hoy. No es el más gracioso porque no es su estilo. El de facto President, tiene algo de Enrique Ponce. Un estilo de torero sobrio y eficaz. Nada de populismo a lo Jesulín. Faena elegante, record histórico cantando en solitario, nada de duetos. Hace un discurso cortado a medida para celebrarlo sin sobresaltos ni horteradas, que los mallorquines somos sobrios y esto no es Marbella. Ni siquiera Génova.

La noche tiene muchos colores: En los hemiciclos dibujados para que sepamos quien se lleva el gato al agua; en las corbatas de los presentadores y  expertos consultados; en los vestidos de las periodistas invitadas; en los Photocalls  de las sedes; en las banderas de los muchos partidos de izquierdas que al parecer tenemos en la comunidad,  y hasta en el pato –piscina amarillo que le ha nacido a la Puerta del sol. Pero para mi, esta es la noche/madrugada del rojo. Del rojo Cospedal.

Siempre la vimos como a la Señorita Rotenmeyer del PP, una adusta, envarada, riñendo a unos y otros con trajes de chaqueta sobrios y anodinos.

Esta noche, que aun refresca por allá, le ha salido a Castilla-la Mancha, una mujer cálida y atractiva, en rojo de ese que hace moiré en televisión. Colorao andaluz o Rojo de autosacramental, como quieran,  pero rojo de pasión. Yo no he visto a una presidenta autonómica, sino a una mujer al borde de la lagrima de felicidad. He visto a Mª Dolores la mujer.

Se lo tengo que preguntar a Gema Muñoz Briseño. Ese tenue de campagne…A mi me ha recordado la linea depurada un Calvin Klein, pero seguro que es de un diseñador español.

O es pret a porter del Corte Inglés.

Pero hay algo que nunca se me olvidará. Y es lo guapa que estaba esta noche encendida de  triunfos y fracasos, de rojo la Cospedal.

Jaime Roig de Diego