Ebano, de Kapuscinski
He leído Ebano cuatro o cinco veces y, sin embargo, lo seguiré leyéndolo.
Y es que siempre encuentro algo nuevo en él.
Es el libro apropiado para el aventurero y el viajero acostumbrado a recorrer rutas no convencionales. Pero seguro que es bien recibido por cualquier tipo de lector.
Porque Ebano es la historia de la sublevación de África negra contada por quien más y mejor la conoce, Kapuscinski, de quien me considero un fervoroso lector.
Es un libro que recomiendo a la gente viajera, pero sobre todo a la gente curiosa.
África, tan próxima, pero tan alejada al mismo tiempo. Y tan enigmática. Y tan multicultural, pues no hay una sola África, sino muchas, distintas entre si, y casi todas acalladas por el poderoso colonizador hasta que les concede la libertad, originando con ello otro problema: la resurrección de los viejos problemas entre tribus y etnias acallados por la nación invasora.
Ebano es un conjunto de relatos, vividos en primera persona, por el autor de los cuales nos quedamos con la mayoría, pero especialmente con el que describe como es la malaria a través de su propia experiencia, o como se puede vencer a una serpiente con la tapa de un cubo, o la diferencia que existe entre hechicero y brujo, o como los ex esclavos norteamericanos trasladados a Liberia esclavizaron a los habitantes de este país, o como es una guerra entre etnias, o quien era Idi Amin, o como era la calle, mejor callejón, donde vivía en Lagos, o que sintió cuando su coche y él se encontraron metidos de lleno entre una manada de búfalos…
Kapuscinski, a través de Ebano, tamnién nos descubre como se llega al africano y a su cultura huyendo de las zonas donde viven los extranjeros y sumergiéndose en la de los nativos. Si en Los cínicos no sirven para este oficio dice, poco más o menos, que si viajas a un país africano y te hospedas en un hotel de una cadena extranjera instalado en él, topográficamente estarás viviendo en ese país africano, pero desde él no llegarás nunca a saber como es, en Ebano lo demuestra viviendo donde viven los nativos, bebiendo y comiendo en sus bares y restaurantes, si los hubiere, que a veces no los encuentra, y procurando hacer sus mismas cosas. No extrañe, pues, que se ve inmerso en un sin fin de conflictos, atacado por insectos y tumbado por cualquier enfermedad tropical.
Que lo disfruten.
Pedro Prieto