A finales de abril salió un artículo “revelador” en la edición digital del Washington Post: La Academia Pediátrica Americana (AAP) publicó un informe sugiriendo que es mejor dejar que la fiebre prosiga su curso,  que combatirla con medicación,  ya que tiene un rol importante en combatir una infección en el cuerpo.

En mi consulta de quiropráctica, desde hace años  me encuentro con escepticismo y miedo cuando la gente me pregunta no solo sobre la fiebre sino como “gestionarla”. La AAP también se encontró con el mismo miedo que he experimentado yo en mi consulta al hablar de la fiebre. Por ello, a lo mejor es hora de explicar el papel que juega la fiebre, y así intentar disipar el miedo que la rodea.

La quiropráctica se basa sobre la idea de que el cuerpo es auto-regulador, y que el cerebro dirige todos los sistemas y comunica con este a través de la médula alojada en la columna vertebral y por medio de la red de nervios que lo recorren. Cuando los nervios, en su salida de la columna vertebral, son comprimidos por vértebras incorrectamente alineadas, se produce una interferencia en el sistema nervioso, la cual hace que el cerebro no puede controlar de forma eficaz todas las funciones, incluso el sistema inmunitario, por lo cual la respuesta más natural y regeneradora  por parte de este es la fiebre.

Por otra parte, la fiebre es el motivo número uno de consultas al pediatra en el primer año de vida de un niño. El Dr. Robert Mendelsohn, pediatra norteamericano y autor del libro “Como criar un hijo sano… a pesar de su médico” dijo que “reduciendo la temperatura del niño no hará nada para ayudarle en curarse, el cuerpo tiene mecanismos interiores que previenen que la temperatura suba hasta niveles peligrosos.” Mendelsohn hace hincapié en el hecho que “sólo casos como un golpe de calor, envenenamiento u otros factores exteriores,  pueden cuasar que el sistema se vea superado o inoperativo.”

Reconociendo el rol de la fiebre en combatir infecciones

La fiebre es algo bueno, es una reacción natural y regeneradora del cuerpo que tiene un papel  fisiológico muy importante, por lo  que deberíamos dejarla seguir su curso, eso sí, vigilándo pero sin miedo.

“Es la respuesta normal del cuerpo; es un mecanismo de defensa natural” dice Janice Sullivan, profesora en cuidados clínicos pediátricos y farmacología clínica  de la Universidad de Louisville y co-autora del informe. Asegura que la alta temperatura induce al cuerpo a producir células blancas que combaten la infección en masa, y al mimso tiempo reduce los niveles de hierro en la sangre,  inhibiendo el crecimiento de la bacteria o virus. Haciendo descender la temperatura se interfiere con la respuesta natural del cuerpo y prolonga el proceso.

Hemos de confiar más en nuestros cuerpos

Un niño puede tener fiebre alta y parecer estar bien, y estar muy enfermo con poca fiebre. Y es que  la temperatura no indica la importancia del problema. Es más importante observar al niño: ¿Está activo, alegre, comunicativo? ¿Juega? ¿Come y bebe?,” dice el Dr Beers, jefe de pediatría del Children’s National en Washington.

Hemos perdido la confianza en nuestros cuerpos y pretendemos influir en procesos naturales de manera invasiva y química, desde el exterior hacia dentro, engañando nuestro cerebro de que todo va como es debido. ¿Es eso salud? Porque la salud viene de dentro de arriba abajo, de dentro hacia fuera, del cerebro hacia el cuerpo a través del sistema nervioso, que cuando está libre de interferencias funciona a la perfección, incluso si produce fiebre algún día.

Karel Deprez, DC, Quiropráctico

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