Kika Simó, por cuestiones de visado, este año ha tenido que regresar antes de Kalkuta, dejando allí a sus niños de Topsia, pero siguiendo desde aquí trabajando para ellos. ¿Que cómo lo hace? Pues a través de un mercadillo solidario que los viernes instala en el mercado de Binissalem, los domingos en Valldemosa, y los martes y sábados en la terraza del bar de Sa Faixina de Palma. "Lo que conseguimos con la venta de los artículos procedentes de la India, como guantes de lana, bufandas, pañuelos y las demás cosas que pueden encontrar en nuestro mercadillo,  financiamos la ONG. Cada mes, tenemos que pagar los salarios de siete profesores, el alquiler del centro y la mensualidad de las escuelas oficiales, donde tenemos ya escolarizados a 116 niños, a los que un día recogimos de la calle". Kika, que es la humildad personificada, es, además, mujer agradecida. "Quiero dar las gracias a todas las personas que creen en nosotros y que nos ayudan a que podamos seguir con este maravilloso sueño. Venid al mercadillo, a  compartir por una buena causa".  

PP