Cualquier persona que ha estado en mi consulta me habrá escuchado responder “tómate una copa de un buen tinto” a la pregunta “¿qué me puedo tomar?”. La respuesta suele provocar risas, pero en realidad, el vino tinto, consumido en moderación puede aportar muchos beneficios para la salud.

Según Kathy Arnink, viticultora y enóloga de la Universidad de Cornell en EEUU, “el vino  tinto contiene una variedad de componentes que resultan beneficiosos para la salud.” En primer lugar contiene flavenoides. Es un metabolito secundario presente en frutas rojas y uvas que puede incrementar la actividad de los antioxidantes en el cuerpo, ayudándole a combatir los radicales libres,  células dañinas en el cuerpo que provocan enfermedades coronarias y cáncer. Los flavenoides dan el color rojo intenso al vino, y todo amante del vino conoce las cadenas que los flavenoides forman en el vino: los taninos, que le proporcionan un gusto un tanto amargo. Los taninos se forman en la piel, las semillas y los tallos de la uva. Los proanthocianidinos de los taninos reducen el riesgo de enfermedades coronarias y ayudan a mantener el colágeno y la elastina de la piel, lo que a su vez frena el envejecimiento de la misma. En un estudio de la revista Nature, se reveló que los vinos producidos en el sur de Francia, en España y en Italia, contienen hasta 4 veces más proanthocianidinos que vinos producidos en climas más fríos, lo que podría explicar la longevidad de la gente en estas regiones.

Un estudio del Dr. R. Curtis Ellison, director del Institute of Lifestyle and Health de la Universidad de Boston demostró que beber vino tinto en moderación (1 a 2 copas al día) aumentaba la posibilidad de “envejecer con éxito”, es decir llegar a la edad de 70 años sin padecer cáncer, enfermedades cardíacas o sufrir enfermedades cognitivas (demencia o Alzheimer). El mismo estudio también demostró que este efecto es más pronunciado en mujeres, con casi un 30% menos de enfermedades que en sus homólogas no-consumidoras.

El vino contiene azúcar. Más dulce el vino, más azúcar contiene, y el etanol presente se convierte en azúcar en el cuerpo, por lo que cada copa proporciona unas 105 calorías. Esto no es tanto comparado a un gin tonic que contiene unas 500. A pesar de que el consumo moderado es aconsejado, los efectos positivos del vino tinto se desvanecen cuando se consumen más de 4 copas en menos de 2 horas, estos niveles están relacionados con hipertensión y aumento de triglicéridos lo que contribuye a niveles de colesterol elevados.

En la prevención de enfermedades cognitivas como el Alzheimer, el vino tinto parece ser una bebida aconsejable ya que el compuesto resveratol, presente en el vino, produce efectos neuro protectores en el cuerpo. El Dr. Paul Kroon, del Institute of Food Research en el Reino Unido descubrió  que el resveratol ayuda a las bacterias naturalmente presentes en nuestro sistema digestivo a producir antioxidantes, beneficiosos en la prevención de cáncer y en la producción de células nerviosas, lo que explica su capacidad preventiva relacionado con el Alzheimer.

Otros beneficios incluyen la prevención de cálculos renales y su acción anticoagulante, previniendo la formación de coágulos o trombos en la sangre. También se ha relacionado el consumo del vino tinto con un menor riesgo de arterosclerosis, endurecimiento de las arterias. Tanto el alcohol como los polífenos presentes en el vino ayudan a mantener los vasos sanguíneos limpios y flexibles al promocionar la producción de oxido nítrico, químico fundamental en la regulación del tono vascular en el cuerpo.

Sabiendo todo esto, no es una idea tan absurda el tomarse una copa de vino o dos al día, pues aparte de los beneficios, no conlleva efectos secundarios nocivos como los fármacos que a menudo consumimos con facilidad.

¡Salud!

Karel Deprez,Dc – Quiropráctico - Palma