Artistas fieles a su estilo e imitaciones grotescas.
Biel Pol: - No me lo puedo creer. ¿De veras estás mirando OTRA VEZ la película Sexo en Nueva York 2?
Joana Pol: - No, no, no te equivoques. Lo que estoy mirando una y otra vez es la versión que Liza Minelli canta de “Single Ladies” de Beyoncé.
BP: - Te comprendo. Liza Minelli es una artista tan auténtica que incluso interpretando un tema tan ajeno a su estilo como éste de Beyoncé resulta fascinante. La película es una patata, pero yo anhelaba verla con curiosidad para ver a Liza. Superó mis expectativas ampliamente.
JP: - Coincido con sumo placer. Los auténticos genios son realmente escasos, y la fórmula para satisfacer la demanda del público suele ser creando clones uno tras otro. En cambio, como simple ejemplo de autenticidad y genialidad, esta actuación de Liza Minelli en esa estúpida película: ¡de qué modo Liza consigue ser más Liza que nunca, y con una canción de Beyoncé! Maravilloso.
BP: - ¿No es penoso que en una era como la nuestra, supuestamente repleta de novedades y talento, debamos retroceder hasta los años 70 para encontrar el germen de lo que hoy en día es falsamente original?
JP: - Incluso más atrás. Pero no te equivoques. Hoy en día, entre tanto lorito imitador, hay auténticos genios. Para descubrirlos debemos desintoxicarnos del bombardeo de publicidad basura, promoción fraudulenta, telebasura, autobombo, y falsas ovaciones.
BP: - Demonio de mujer, ¿falsas ovaciones? Explícate inmediatamente.
JP: - Ay, Biel. Qué fácil es engañar al público. Si se le puede dar gato por liebre en moda y bolsos de miles de euros, haciéndoles ver que hay originalidad y talento donde en realidad sólo hay buen marketing y firmas que se prolongan en el tiempo gracias a los talentos originales que las crearon, ¿no va a ser igual de sencillo hacerles tragar a los nuevos Sinatras, a las nuevas Madonnas, a las futuras Chers, o a la recién reciclada Rafaella Carrá?
BP: - Ay, que me muero. Has puesto el dedo en una llaga que duele mucho, Joana. ¡Rafaella Carrá! El responsable de la remasterización de sus éxitos de hace 30 años merece la peor de las condenas, yo lo castigaría a tener que escuchar ese maldito chunga-chunga en que ha convertido esas canciones, hasta que se vuelva tarumba, aunque visto lo que ha hecho, ya debe de estarlo. ¡Y Rafaella sonríe resignadamente en sus apariciones televisivas, avalando un proyecto que no hace más que humillarla! ¿Cómo es posible que una artista como Rafaella haya caído en esa trampa mortal?
JP: - La jambre, querido. El vampirismo de querer permanecer en el candelero cueste lo que cueste, sorber las nuevas tendencias aunque sean tóxicas, pues el arte contaminado por esas nuevas tendencias no tiene otro destino que una muerte ridícula.
BP: - Ay, qué gran lástima que aquello que triunfó por sí mismo en su momento deba sufrir esta terrible y grotesca mutación.
JP: - Ya tenemos himno para las carrozas del Orgullo Gay.
BP: - ¡Eres diabólica!