Mi dilecto sobrino Carles, me apunta que en los dos últimos in-pertinentes me he escorado en la navegación literaria, hacia una de las dos orillas de las mayorías parlamentarias. Verbigracia, que he mojado más en uno de los dos tinteros del debate político actual.

Mmmmm….veamos: yo soy un columnista independiente, no estoy sujeto a un grupo de prensa, de momento mi directora no me tira de las orejas… no veo el motivo por el que mi pensamiento no podría escorar, pero como me gusta ser ecuánime y respeto mucho la opinión de mi perspicaz Litus, que me lo comenta con una sonrisa simpática, abierta y picarona, me dispongo a ir a meditar esto a Lluch.

Se que alguna pluma de lujo (podríamos decir de Faisán o de guinea de indias) de los diarios de envolver el pescado, suele ir a poner el huevo al Hotel Formentor. Los columnistas de Magazines on line, modestos y dilettantes, es que no tenemos término medio: o el Puro o el crudo, y a pasarlo crudo a una celda me dirijo.

La mayoría de mallorquines tiene una relación sentimental difusa y confusa con el monasterio, generalmente asociada a unas cintas de colores y para de contar. Mi caso es distinto. Yo he pasado temporadas en el Monasterio como el joven Hans Castorp de “La montaña Mágica”.  Mi padre, militar, nos llevaba a mi madre a y a mi, para que respirase aire puro porque yo era un niño gótico, pálido y de apariencia un poco vampírica. Una especie de Robert Pattinson con diez años. Seguro que le daba un poco de miedo.

Acostumbrado a la austeridad de los cuarteles, y a la disciplina de los Hermanos de La Salle, Los Maristas, y los Franciscanos, en el monasterio yo estaba como pez en el agua. Encontraba diversión en los largos e inquietantes pasillos, en los patios empedrados donde resonaba el eco sonoro de las pisadas, en las capillas levemente iluminadas por la luz mortecina de las velas,  entre la umbría majestuosidad de los magnolios,…y en la melancolía del Vía Crucis que se me antojaba un camino ondulado lleno de misterios…como así efectivamente era.

El otro día viendo a los niños con las botas de agua de Bob Esponja  o de Spiderman, a juego con sus Anoraks multicolores, cargados con juegos electrónicos, tuve la sensación de haber tenido la infancia de El Jovencito Frankenstein, desenterrando cadáveres y jugando con frascas llenas de cerebros deformes.

Esa fue mi Disneylandia: un valle donde hasta las rocas parecen fantasmitas, y recuerdan el cuadro “Los enamorados de Magritte” (que me apuntaba Javier Saá), personajes tapados por un paño: se besan, pero no se ven y no se sienten…Figuras en pena como las de la Divina Comedia y con los círculos o curvas que hay que hacer para llegar.

Quiero reseñar una decepción: Tenía interés en visitar el Jardín Botánico, que ya me había recomendado en su día Uli Werthwei, y en riguroso horario me encaminé, para encontrarme con una verjas…cerradas.

Al cabo de  tres horas y por casualidad, pasé por la entrada y al preguntar por el motivo del cierre un hermano dijo que “aquello no eran horas”. Aclarándole que habíamos ido a la primera, despistó saliendo por la tangente. A los hermanos “Coritos” les recordamos de su “brillante” época “Agit-pro”, cuando la Alcaldesa de Palma Catalina Cirer no podía ir a la Romería de San Bernat, y en el Monasterio de La Real “llovían” piedras. Se ve que a los Hermanos se les da mejor cultivar la radicalidad antes que el Romero florecido para que la Virgen tienda los pañales.

Claro que en Lluch aún no hemos llegado al nivel de Monserrat que arrastra un historial de Leyendas, ciertas o no, desde Nazis buscando el Santo Grial hasta la implicación de la Abadía en un complot (a finales de los años 60) para secuestrar al entonces Príncipe Juan Carlos (ver documento publicado por La Gaceta). Recuerdo unos comentarios bastante sarcásticos ya hace años por parte de Terenci Moix.

“Nuestro Walhalla particular, es como más casero y menos simbólico. En realidad parece un centro excursionista de la Consellería de Medio ambiente. Mucho cartel de rutas, mucha mochila, mucha zapatilla de diseño, mucha famila Decathlon, pero Biblias pocas. Lo espiritual está un poco diluido.

Tras una suculenta cena de cocina mallorquina , mi santa insiste en dar una vuelta por los alrededores. El aire nocturno a pesar de ser una noche apacible es de los Cárpatos cabreados. 

Nos cruzamos con una groupie de los UROS, el grupo de Joan Bon Jove (el divertido personaje de Agustín el Casta), que le comenta a sus colegas que “le ha molado fumarse un peta en el meadero publico”. O sea que ya ven lo espiritual que nos ponemos en Lluch. Nosotros con los Escaldums  y la Perro flauta con el cigarrito de la risa. La cuestión es no pasar el Rosario.

Llega la noche y es cuando te das cuenta de donde estás. Mi cerebro que es una mezcla del Starbuks y el ventacatálogo me empieza a sacar mis lecturas Sección Fantasía y Terror: Poe, las Leyendas de Bécquer, las cartas del Monasterio de Veruela, Jorge Manrique, El Tenorio, Henry James, Mary Shelley, Lovecraft, y hasta el simpático Stephen King, mezclado con “Se lo que hiciste” y “La invasión de los ultracuerpos”. Es como un inventario de almacén.

Mis sueños no llegan a ser pesadillas…hasta que algo..una leve presión a los pies en el colchón…me impulsa a abrir repentinamente los ojos. Allí, sentados, a los pies de la cama, uno en cada esquina, están trajeados, serios y circunspectos Rubalcaba y Rajoy.

Y entonces me oigo…ronco, tembloroso y con un inusualmente fuerte acento mallorquín:

- Ahaaaa…¿Quién de los dos está enfadado conmigooo…?

Jaime Roig de Diego

Fotos y tratamiento de las mismas: J. Roig de Diego.