París.- Atrapada en el clasicismo de Edith Piaf desde que ese papel le hiciera ganar un Óscar en 2008, Marion Cotillard regresa ahora con una historia francesa y muy contemporánea de mentiras, pérdidas y amistad al estilo de la británica "Los amigos de Peter".

Rodeada de un reparto de lujo y dirigida por Guillaume Canet -su pareja en la vida real- Cotillard fue una de las primeras en recibir la oferta para participar en "Pequeñas mentiras sin importancia", una comedia dramática que se estrena mañana en España precedida de un gran éxito en Francia, donde ha tenido más de 5 millones de espectadores.

"Fue una de las primeras a las que ofrecí un papel (...) tenía muchas ganas de trabajar con ella como director. Creo que es una increíble actriz y como director siempre quieres trabajar con grandes actores y actrices", explica Canet en una entrevista en París con un reducido grupo de medios de comunicación, entre ellos Efe.

Además, y tras varios papeles clásicos, el director quería hacerla cambiar de registro. "Quería verla en una película contemporánea en Francia y en un papel muy realista, tenía mucha curiosidad de verla de nuevo en este tipo de papeles".

Cotillard interpreta a Marie, una joven dedicada al trabajo humanitario en países lejanos que regresa a Francia para pasar las vacaciones con su grupo de amigos de siempre en la casa de uno de ellos en Cap-Ferret, en la costa atlántica francesa.

Junto a la actriz, una larga lista de nombres conocidos del cine francés. Benoit Magimel, François Cluzet, Jean Dujardin -flamante ganador del premio de interpretación masculina en Cannes por "The artist"- Gilles Lelouche, Pascale Arbillot o Louise Monot.

"Era la primera vez que escribía un guión yo solo, pero la película estaba en mi mente desde hace mucho tiempo y fue un proceso fácil de no más de seis meses", explica Canet, más conocido por su labor como actor ("Jeux d'enfants", "Hell" o "La playa") que como director.

Una historia que comenzó con la pérdida de una persona muy cercana a Canet. Una experiencia que le hizo darse cuenta de que no pasamos el tiempo suficiente con las personas que queremos y que no decimos las cosas que queremos decir.

"Vivimos las cosas sin digerirlas, todo va demasiado rápido y al final no te tomas el tiempo de sentarte, de hablar con tus amigos. No tienes conversaciones profundas", y eso es lo que ha querido reflejar en "Pequeñas mentiras sin importancia".

Y para contarlo, decidió rodearse de amigos. "Conozco a Marion desde hace 14 años y toda la gente en esta película son amigos cercanos míos. Nos conocemos todos muy bien" y eso permitió dotar a la historia de un gran realismo, explica el director.

Una película coral en la que cada personaje tiene el mismo peso para narrar la íntima y superficial relación entre un grupo de amigos.

"Fue un desafío dirigir a ocho personas al mismo tiempo, que eran además amigos. Era muy difícil estar concentrado y ser duro. También porque quería que tuvieran bastante libertad para que hicieran lo que quisieran hacer", explica el director.

Y tras esta experiencia tan positiva como realizador, quiere seguir combinando su labor de actor y de director.

Acaba de terminar un guión, un thriller, que ha elaborado con el estadounidense James Gray ("Two lovers") que quiere dirigir el próximo año, en Estados Unidos, con actores americanos -aún no elegidos- pero con financiación francesa.

Pero sin dejar de lado su faceta como intérprete. Acaba de rodar "Une vie meilleur" y en unos meses se estrenará "Last night", con Keira Knightley y uno de los trabajos de los que se siente más orgulloso como actor.

Y en medio de tanto proyecto, Canet acaba de ser padre junto a Cotillard, de un niño, Marcel. EFE