La Higuera, el lugar donde mataron al Che Guevara

Un viaje que si les recomiendo es a La Higuera (Bolivia), la aldea donde pasó el último día de su vida el Che Guevara.

No es fácil llegar hasta allí, pero se llega.

Si se decide, vuele a Santa Cruz de la Sierra( Bolivia) y de ahí, en coche, vaya de un tirón hasta la Higuera, pasando por Vallegrande, que visitará al regreso, pues la historia cronológica de esta historia es La Higuera-Vallegrande.

Naturalmente, si quiere comenzar la historia desde el principio, busque en Santa Cruz de la Sierra a dos personas,  al coronel retirado, Gary Prado, y al historiador Humberto Vázquez, el primero, siendo capitán, fue quien detuvo al Che en la Cañada del Yuro, el segundo, porque como historiador que es, le contará quien era El Che, que hizo en Bolivia y por qué lo hizo. Y por su puesto, si encuentra ala tercera persona de esta historia, y logra hablar con ella y encima consigue que conteste a las preguntas que le haga, me refiero a Mario Terán, el sargento que mató de seis disparos al Che, le felicitaré. Yo lo intenté, por activa y por pasiva, pero no lo conseguí. Es más, ni le vi. La familia le mantiene oculto por temor a represalias. Por parte del algún cheguevarista.

Cuando estuve , hace años, en Santa Cruz de la Sierra tras los pasos del Che, localicé al coronel Gary Prado, con quien estuve hablando largamente durante más de dos horas. Sentado sobre una silla de ruedas, me contó como localizó y apresó al comandante Che Guevara en un estrecho sendero. Me contó que lo habían estado buscando durante meses, pero era tan grande en extensión el territorio donde se escondía, que no fue fácil dar con él. Era como un harapiento, ropa sucia, aspecto completamente descuidado, barba y melena larga. Llevaba una pistola con el cañón roto…”¡No disparen –gritó a los soldados bolivianos cuando se topó con ellos-. No disparen, que soy el Che”. A su lado iba otro guerrilleros, Simón Cuba, El chino, a quien también apresaron.

Gary Prado, desde detrás de la mesa de su despacho, nos dijo  "que vemos la captura del Che, y su paso por Bolivia, como una anécdota que no ocupará más allá de media docena de líneas en la historia de este país, muy rica en acontecimientos, y que no da para que pequeños episodios como este alteren su vida."

Recuerda el general que, tras su captura, Guevara  le dijo: "No se preocupe. Esto se acabó". "

-¿Se habrá acabado para usted -le dijo-, pues todavía hay gente combatiendo".

-No, créame - respondió él, ya muy deprimido, con el estado de ánimo por los suelos- Esto se acabó".

El Che fue transportado a la Higuera, una pequeña aldea cerca del lugar donde le apresaron. Le metieron en la escuelita poniendo una guardia en la puerta. “Le dimos de comer, le servimos un café y le ofrecimos unos cigarrillos. Entonces se intereso por su futuro. "¿Qué van a hacer conmigo?". Y yo le contesté que sería juzgado, probablemente en Santa Cruz. Pero al día siguiente, cuando regresé del Yuro, pues en él aun quedaban rebeldes, habían ejecutado al Che y se disponían a trasladarlo a Santa Cruz en un helicóptero.  

Al  general le pregunté si es cierto que El Che, cuando tuvo delante a Mario Terán dispuesto a descerrajarle media docena de tiros, viéndole tan nervioso y algo bebido, le dijo: “Serénese, que va usted a matar a un hombre”

Gary Prado lo niega, ni tuvo que beber para matarle, ni estaba nervioso. Simplemente, cuando Zenteno recibió la orden desde La Paz de matarle, pidió voluntarios y salio Terán. Si no hubiera querido matarle, no hubiera dado el paso al frente. Tampoco había bebido porque en aquella aldea no había ni una gota de alcohol”

¿Por qué un hombre como El Che Guevara termina como terminó este, solo, sentado en el último banco de una escuela perdida en las montañas? ¿Por qué, además, se fue a combatir a Bolivia poco después de que el gobierno reformara la Ley Agraria y diera un trozo de tierra a cada campesino? ¿Y por qué se enfrentó a todo un ejercito sin armas y tan solo con unos treinta hombres?

El historiador Humberto Vázquez está convencido que en parte fue así, e hizo lo que hizo “por ser Quijote y comunista; por eso perdió el pulso que mantuvo con Carlos Rafael Rodríguez, vicepresidente del gobierno de Castro- , a quien los ideales le pueden más que lo material, lo normal es que acabe como cualquier quijote, como cualquier idealista o soñador, al que no le importa casi para nada lo terreno”.

Hay otra pregunta a hacer, una vez llegado a este punto: por qué se da la orden de matar al Che.

La respuesta me la dio Víctor Zeinner el viejo periodista que traslado a Cuba el Diario del Che en Bolivia, sus manos y su mascarilla mortuoria. Para ello tuve que viajar a Cochabamba, a hablar con él, en la cafetería Cristal, en una de las calles del centro, cerca de la iglesia. “Lo que significaba el Che para la opinión publica era una papeleta para el gobierno boliviano. Seguramente si lo hubieran juzgado, medio mundo se hubiera movilizado en contra de él. Y si el juicio lo hubiera condenado a muerte, esa movilización hubiera sido mayor. Entonces, apoyándose en que en las guerras de guerrillas n hay supervivientes, se hizo la consulta y se actuó. ¿A quién se consultó? Hay dos versiones. Una, se reunió la cúpula del estado mayor del Ejército en Miraflores y se votó unánimemente que se tenía que matar al Che. Y dos: que se reunieron en la casa del presidente Barrientos, este, Ovando, Torres, Marcos Vázquez y David Lafuente,  y votaron para que lo ejecutaran"

La Higuera es una pequeñísima aldea situada en un pequeño valle, hasta donde no es fácil llegar. Tiene una pequeña hospedería en lo que antaño fuera casa del telegrafista, dos tiendas, la escuelita, hoy reformada y convertida en museo, y un par de dependencias más. En la plaza vemos tres o cuatro monumentos en recuerdo del Che.

Irma, la tendera, que ha intentado venderme unas fotos del Che, recuerda la tarde en que lo mataron “por los tiros que sonaron”. Me habla de una tal Julia Cortés, la maestra que, según dice esta, visitó al Che, llevándole algo de comida, y que el Che y ella quedaron impactados mutuamente, cosa que niega de plano Gary Prado, “pues allí dentro no entró nadie que no tuviera permiso, y de esa señora que ahora va contando que si…, no tenemos noticias, por lo que le puedo asegurar que nada de lo que dice es cierto”

Nos acercamos a la escuelita con la otra tendera, que por lo visto es la encargada de mostrarla. De las paredes penden fotografías de cuando el Che fue arrestado. También hay un traje, replica al que llevaba él, así como la silla en que dice que estaba sentado cuando Terán lo mató.

-Estaba sentado aquí, y así –nos dice el viejo Arcibes Osinaga, sentado en la silla que ha colocado en el fondo de las escuela, cerca de la puerta-. Lo mataron por la tarde, alrededor de las tres. Esto enseguida se llenó de militares. Al rato llegó un  helicóptero, cargaron su cuerpo y se lo llevaron a Valle Grande”.

Arcibes, que vivió aquel sucesos en primera línea, sabe, como todos los lugareños, que al Che, en vida, se le conocí por la zona como San Ernesto de la Higuera, “por lo milagros que ha hecho un a vez muerto. “Pero si era ateo…” ¡Sí, ateo, pero cuando se perdía un  animal, le rezaban y el animal aparecía…”

De regreso a Valle Grande les recomiendo que visiten el museo y que hable con el cura. El les dirá que lo de la santidad del Che es cosa de los campesinos, que la Iglesia no sabe nade de esta cuestión.

Pásense por el hospital del  y visiten la lavandería. En ese lugar quedó expuesto el cadáver de El Che y el de sus amigos, Willy y el Chino  –estos tirados en el suelo-. Ahí, yacente, permaneció muchas horas, siendo visitado por quien quiso. Muchos no dudaron en hacerse una foto a su lado.

Hoy, de todo aquello, soplo queda la lavandería con la piqueta sobre la cual reposo muchas horas el cuerpo sin vida del guerrillero. En sus paredes, los peregrinos han ido dejando sus pensamientos, sus consignas

UIna vez finalizada la visita a este lugar, si tiene ocasión hablen con Susana Osinaga, que por entonces era enfermera del hospital y a quien encargaron que lavara el cadáver.

"Llegó muy sucio -nos dice-. Llegó también con los ojos abiertos; ojos que nos miraban pusiéramos como nos pusiéramos. Llevaba tres pantalones. Al quitárselos, vimos que había defecado. Seguramente lo hizo antes de morir, al recibir los impactos de las balas. Su chaqueta estaba también muy sucia y pegada a su cuerpo. Como pudimos, se la quitamos.... Una vez estuvo desnudo, descubrimos impactos de bala en la pierna, brazo y  pecho. Con agua y jabón lo estuvimos lavando  largo rato... En realidad no sabíamos quien era. El médico nos había advertido que era alguien importante, pero nunca nos dijo que era el Che. Eso lo sabríamos al día siguiente... Una vez aseado, le pusimos ropa limpia. Luego el doctor le inyectó formol... Pero cuando le expusieron ante el público, le habían vuelto a poner los pantalones y el chamizo que traía.... ¡Ah!, y le hicieron dos mascarilla, la primera de cera, que al retirarla le arrancó pelos de las cejas y de la barba así como trozos de piel de su cara. Como no quedó bien, le  hicieron otra, de yeso. Al Che lo tuvieron allí durante horas, para que lo viera el pueblo. Al da siguiente ya no estaban los cuerpos de sus dos compañeros, ni tampoco los que habían dejado en el pasillo, que se ve que habían muerto hacía días, pues olían mucho...

Y si tienen tiempo, dense una vuelta por el mausoleo que se levantó en el lugar donde unos médicos y arqueólogos cubanos descubrieron donde habían enterrado los cadáveres de El Che y sus siete compañeros más allegados, entre ellos los de El Chino y Willy. Es un lugar, guardado en el mayor de los secretos hasta hace unos años,  próximo a lo que fue aeródromo.

Y ya que están allí, pidan donde pueden ver la tumba donde enterraron a la guerrillera Tania, que según se dijo fue amante del Che en la sierra y que quedó embarazada de él, aunque lo uno y lo otro no ha dido probado.


Pedro Prieto (Texto y fotos)

 

 

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