La última esposa de Tony Curtis subasta sus recuerdos
La última esposa de Tony Curtis, Jill Vandenberg -45 años menor que él, con el que estuvo casada durante dos años, hasta que murió- , a través de Julians Auction House, ha decidido subastar todos los buenas personas del actor norteamericano, fallecido hace un año en Las Vegas.
Si pinchan en Julien's autions, verán que la viuda no se ha andado con chiquitas y que lo subasta absolutamente todo: cuadros, (pintados por el actor y adquiridos por él; entre otros, una cartel de Picasso firmado por el autor, con precio de salida de 150 $, un Braque a 1000 $, un Chagal, a 2000 $), coches, ropa (entre ellas la chaqueta que uso en Con faldas y a lo loco, precio de salida 5000 $), muebles, fotografías dedicadas ( de Marilyn Monroe, Jayne Mansfield, etc), objetos de decoración, zapatos, botas, bolígrafos, coberteras, bastones, guantes, sombreros, plumas, relojes, instrumentos musicales, armas, espadas, florete, equino de esgrima, cartas de Gary Grant, Kirk Douglas, Billy Wilder, etc., lo que pone de manifiesto que que amar a su marido, lo que se dice amar, no le amaba, sino mas bien que buscaba un interés material.
Si echan un vistazo a esa web verán que los precios de salida de casi todos los objetos a subastar son más bien bajos, por lo que están al alcance de todos, y que a través de ellos se ve claramente que en la subasta se busca, sobre todo, el lucro dejando completamente aparcados los sentimientos. Lo más honesto por parte de la ex del actor húngaro-norteamericano, Curtis, hubiera sido crear una Fundación, o un museo, como hizo la mujer de Elvis Presley, creando Graceland en cuyo Jardin de la meditación, a la vera donde se conservan muchos objetos y recuerdos suyos, reposan sus restos y los de su madre.
Me cuentan que Allegra Curtis, hija de Tony Curtis y Christine Kaufmann -a quien conoció, y de quien se enamoró, durante el rodaje de Taras Bulba-, que vive en Palma -y que estando en Palma le avisaron que su padre había muerto; y que antes de viajar a Las vegas sed pasó por la sinagoga palmesana para pedir que rezaran por le, sin identificarse como hija suya-, está más que indignada, rota por la decisión de su madrastra, Jill, y que estaría dispuesta a hacer cualquier cosa por impedir esa vergonzosa subasta.
Voy a ver si logro hablar con ella, pues creo que no anda por Mallorca, para que me de su opinión al respecto. Porque, como les digo, seguro que está completamente en contra. Basta, si no, ver como es la subasta.
Pedro Prieto