Biel Pol: - Joana, ¿a qué viene esa cara agria? Ah, ya veo: ¡otra vez estás mirando el Ultima Hora! Mira que te dije que le dieras a la mala leche una semana de vacaciones… ¡y mirar las noticias incumple nuestro acuerdo! Luego quienes tenemos que aguantarte somos nosotros.  

Joana Pol: -  Tranquilo, ya lo dejo. Tienes razón, me estoy poniendo de una mala hostia…

BP: - ¡Demonio de mujer! Anda, desahógate, ¿qué ocurre ahora?    

JP: -  Estaba mirando esta noticia: “El IB-Salut pretende dejar a 5.000 trabajadores sin representación sindical”.

BP: -  Pues a simple vista y dicho de esta manera, parece una putada. Perdón, quería decir una barrabasada.   

JP: -  Tranquilo, que sólo estamos tú y yo. Puedes decir “putada”.   

BP: -  Vale, y te pusiste de mal humor al pensar en esta gran cantidad de trabajadores que se van a quedar sin representación sindical.     

JP: -  ¿Bromeas? Con esta medida el IB-Salut podría llevar a cabo su pretensión de recortar un 50% las horas sindicales para ahorrar entre 1 y 1,7 millones de euros anuales. Y estamos hablando de una cifra enorme, si tenemos en cuenta que no son “tantos” los trabajadores, para generar ese ENORME gasto sindical. Esto es más parecido a una mafia.   

BP: -  Sí, vale, bien por el ahorro de casi dos millones de euros anuales, pero ¿y la libertad sindical?

JP: -  Anda, anda. Aquí lo que hay es un grupo de liberados sindicales que ven peligrar su adorado estilo de vida, y todos sabemos cómo hacen uso de esas horas sindicales esa tropa. Usan esas horas que se supone son al servicio de los trabajadores para cosas personales.     

 
 BP: -  Joana, no puedes demonizar un colectivo entero por lo que hagan unos cuantos.    

JP: -  Pues se está imponiendo un exorcismo urgente, y YA. Y deberían empezar ellos mismos a controlar lo que hacen los liberados sindicales en esas horas. O sea, la sociedad entera demoniza al colectivo político por causas parecidas. ¿Y va a resultar que los mafiosos sindicalistas son sagrados? Pues yo no soy la única que opina que muchos son una banda de vagos y maleantes que se escudan detrás de la defensa de los trabajadores, y lo único que en realidad defienden son sus propios intereses.

BP: - Oye, Joana, será verdad que hay mucho sindicalista gandul, pero también los habrá honestos y esforzados que trabajan para sus compañeros. Negarlo es hacer un flaco favor a la democracia y apostar por sistemas seguramente peores.

JP: - ¡Limpieza! ¡Fuera vagos! Por fin empiezo a tener un poco de esperanza, si esto fuera un sistema de riego verías que el caudal no llega adonde tiene que llegar porque hay escapes de agua por el camino, y Bauzá está localizando las fugas y poniendo remedio. ¡Viva Bauzá, jolines! Y que siga, que siga.

BP: - Joana, me estás asustando. ¿Te estás volviendo un poco facha?

JP: - ¿Acaso no te parece de lo más lógico que los sindicatos se adapten también a la crisis?

BP: - Pues la verdad es que sí.

JP: - Pues fíjate: ¡5 centrales sindicales! Lo normal sería que hubiese una sola representación de los trabajadores que defendiesen al colectivo. Pero abusos tales como: ir de compras con horas sindicales, acumular horas y coger días libres, pactar prebendas personales, etc. etc. hacen que los derechos logrados hasta ahora tomen forma de fraude. ¿Por qué cinco sindicatos en representación de tan poca gente? Es fácil presentarse a unas elecciones con el aval de cuatro gatos y obtener un acta de Delegado que da mucho juego. Y los "espabilados" que conocen esa trama no dudan en dividir a los trabajadores con un fin más bien propio. Estos abusos cuestan dinero a todos. Claro que me alegro de que alguien tome la decisión de recortar un gasto tan inútil. Sin duda es necesario mantener una representación sindical, pero UNA, no tantas. Los trabajadores tendrían más garantía de defensa que con tantos "secretarios generales". Y también sería más fácil de controlar para que no se "venda" a la patronal.

BP: - ¡Eres diabólica!