Ahí donde le ven, Manolo Coronado se ha pasado una semana ingresado en el hospital d' Inca, a donde fue porque no se encontraba bien y, donde, tras reconocerle, le dejaron ingresado.

"El medico me dijo que tenía el azúcar tan alto, que no entendía como no me había dado un rictus. ¿Y qué sabía yo del azúcar…?- trata de excusarse ante la ignorancia-. Tampoco sabía que era diabético. A lo largo de mi vida, la salud me ha dado unos cuantos avisos, pero los he superado. Espero también superar este. ¡Hombre!, tras estar unos dias aquí, me encuentro bastante mejor que al principio, aunque noto que la vista me flojea y el riñón me molesta".

Hace unas semanas Manolo Coronado se pesó. 156 kilos para algo menos del l uno con setenta de estatura. "Era evidente que pesaba más del doble de que cuando patinaba, de lo cual hace… pues ya ni me acuerdo. Era como dos Manolo en uno. Y lo peor, que parecía que no me iba a parar ahí", se dijo mirándose en el espejo de su casa de Aguilas (Murcia).

Manolo ocupa toda la cama del hospital

Poco dado en visitar al médico, decidió ponerse a dieta. Nada de pan, nada de alcohol, arroz hervido y algo de fruta, se dijo. Lo del pan, alcohol y arroz hervido lo llevó a rajatabla. Lo de la fruta, no. Pues no es que comiera fruta, es que la engullía:  naranjas, manzanas, plátanos,  uvas blancas y negras, "que como entraban muy bien, me hinchaba…", melón, sandía… En unas semanas bajó de 156 a 140, pero, "¡Ay, amigo! Como la exposición que hice en Lorca me fue tan bien,  decidí celebrarlo con los amigos con una comida. Un día es un día, me dije, pero…

Debe de rebajar de peso, como mínimo 50 kilos

Realmente no fue una comida, sino que fueron dos, más una tercera con la que celebraron  la noche de luna llena. "En la primera comimos a base de  cocido murciano, hecho con tocino,  huesos de jamón, trozos de ternera, de cerdo, morcillas, garbanzos… Nos pusimos hasta aquí- dice, tocándose la cabeza- Al día siguiente me invitaron a una olla fresca…¡Ufff! Tocino, huesos frescos de cerdo, morcilla, chorizo, arroz, ¡que se yo cuantas cosas más…! Y vino, postres, quesos… Al anochecer aun seguíamos comiendo.  Y al día siguiente, como era noche de luna llena nos reunimos unos doce, en casa, y nos comimos pa amb olí con un jamón entero,  y como cada uno se trajo una tarta, pues nos las comimos todas, y luego queso y no se qué más. Claro, tres comidas así, y además una tras otra… Pues imagínense como se le queda a uno el cuerpo.  Y  encima, sin apenas tiempo para reponerme -añade-, me vive a Mallorca para ver una exposición en sa Pobla. Cuando llegué allí,  la gente al verme la cara, o mejor, la mala cara que tenía, y como yo no me encontraba muy bien, ya que se empeñaron en que fuera a ver al médico me dejé llevar por ellos hasta el hospital d' Inca, donde tras mirarme me encontraron que el azúcar se había disparado hasta la estratósfera… No se, pero lo normal es que me hubiera dado un rictus o que la hubiera palmado. Pero no, ya me ves. Mal, pero aguantando. Desde que estoy aquí me han puesto a dieta total… aparte de que yo tampoco tengo muchas ganas de comer. En realidad no tengo ganas y… Pues aquí estoy, fen bonda, y con el firme propósito de no volver a comer del modo como lo he venido haciendo hasta ahora. El médico me ha dicho que tengo que bajar entre cuarenta y cincuenta kilos y… Bueno, pues que voy a procurar obedecerle y plantarme entre los noventa y los cien. Que con  cincuenta menos de los que peso ya me vale. Porque ya me ven… Me tiran un millón de euros al suelo y me dicen que si los cojo son míos,  y no los cojo. No puedo, la barriga no  permite agacharme… Aunque  por un millón de euros yo me pongo de rodillas o me tiro al suelo".

En cuanto a pintar, sigue pintando. O seguirá pintando. "Los brazos y las manos me funcionan bien, y espero que lo del subidón azúcar no me afecta el coco. Y si tengo que pintar sentado, pues lo haré de sentado. Por lo demás faré bonda. ¡No me queda otra! Porque tal y como estoy ahora, me miro y no me reconozco"

P.P.