Biel Pol: - ¡Qué mala eres! ¿A qué ha venido esa escenita con mi vecino? Me has avergonzado, Joana.

Joana Pol: - Vergüenza debería darle al cobarde de tu vecino. Él ya sabe bien a qué ha venido la escenita.

BP: -  Se ha puesto tan colorado que creí que la cabeza le explotaría. ¿Me lo quieres explicar? Y ¿a qué viene eso de llamarle cobarde?

JP: -  Tu vecino “va més fort que un mac de torrent”. Vamos, que anda cachondo. Supongo que intenta superar la crisis de los cincuenta. Cada vez que me ve a solas me piropea vulgarmente y el otro día se sacó la chorra. Me quedé helada. Por eso ahora que andaba con su mujer le he pedido que me la enseñe otra vez, que el otro día no la pude ver bien. El muy cobarde ha fingido no entenderme. Bah, típico acto de cobardía masculina.

BP: -  ¿Pero qué dices, demonio de mujer? Los hombres no somos cobardes. De hecho, vosotras siempre escogéis a los que supuestamente están en mejores condiciones físicas para sentiros protegidas.

JP: -  Hermano, la cobardía forma parte de la naturaleza masculina. ¿Recuerdas aquel capítulo de Sexo en Nueva York en que un novio cortaba con la prota con un post-it?

BP: -  ¡Eso es ficción!

JP: -  Ni hablar. Cuando quieren salir de una relación, los hombres son cobardes. Piden “espacio”, en vez de decir la verdad, porque no tienen agallas. Además, decir que se sienten agobiados en vez de “no te quiero” les deja las puertas abiertas para volver si no son felices. Las mujeres somos directas, y si ya no amamos a nuestra pareja y nos queremos ir no damos rodeos. Los hombres tienen miedo al compromiso, miedo a decir la verdad, miedo a quedar mal, miedo a enfrentar las situaciones. Los hombres son miedosos y parte del miedo es pensar que te van a hacer una escena, que van a haber lágrimas, que te van a pedir que no te vayas.

BP: - Bueno, Platón dijo que "No hay hombre tan cobarde a quien el amor no haga valiente y transforme en héroe".

JP: - Y yo digo que hay pocos hombres a quienes el desamor no los descubra como auténticos cobardes.

BP: - Y Ambrose Bierce dijo que un cobarde es una persona en la que el instinto de conservación aún funciona con normalidad.

JP: - Bueno, eso no lo voy a negar. Mucho instinto de conservación necesita un hombre para dejar a una mujer con post-its o mentiras. Yo te citaré a alguien mejor: a Quevedo cuando dijo que "El valiente tiene miedo del contrario; el cobarde, de su propio temor".

BP: -  ¡Cualquiera diría que te han dejado un montón de hombres! Cuando me consta que ha sido al revés. ¿Fue por ser “directa” cuando rompiste con Guillermo hace veinticinco años, que te persiguió por toda la Plaza Mayor hasta que los presentes conseguimos calmarlo?

JP: -  ¡No me lo recuerdes! Sí, se enfadó porque lo rechacé, y el muy cobarde quería pegarme, ¡a mí!, que pesaba cincuenta kilos menos. Y no dejó de perseguirme porque vosotros lo calmarais con buenas palabras, sino porque se cansó de dar vueltas a la fuente detrás de mí.

BP: - Harías algo más que decirle que no.

JP: - Bueno, él me pidió explicaciones. Me preguntó qué no me gustaba de él. Y se lo dije. Ya sabes que soy una mujer muy directa y muy sincera.

BP: - Sí, y con un gran tacto. ¡Eres diabólica!