INTIMOS PERFECTOS DESCONOCIDOS
El director de cine mallorquín Toni Bestard presentará la semana que viene, su primera película en el Palm Springs Film Festival.
Le deseo a Bestard suerte con los extraterrestres. Porque Palm Springs es un conocido centro de residencia y ocio en el condado de Riverside, en el desierto del Valle Coachella, aproximadamente a 110 millas (177 km) al este de Los Ángeles. Un club cerrado, donde tuvo que viajar Pedro Almodóvar con su película bajo el brazo, si quería ganar el primer Oscar. A ver a ese grupo de “perfectos desconocidos” famosos, ex-estrellas de Hollywood, académicos de la más célebre de las academias (la del tío Oscar), se fue Pedro, Agustín y la compaña. Les proyectaron la peli a los vejetes, yo creo que les sirvieron el té, las pastas, y seguro que Pedro les contó chistes, chismes y cuchufletas.
- Now ladies and darlings, I want to present my film okay?... you must see it and vote for me. O.K. honeys?
Me imagino que alguno de esos yayos, más p’allá que p’acá, viendo a ese moreno ensortijado con un inglés tan de la mancha manchega tuvo la visión narcótica de una Carmen Miranda, que les quisiera dar el beso de la mujer araña; un ósculo con sabor a guayaba y diazepam, para llevarle al otro lado de la pantalla, donde sólo habita la pérfida, fría y desoladora oscuridad.
Skyline de Valencia con el Trofeo de los Premios Max de artes escénicas.
Un noche, en Valencia, tras la Gala televisada de los Premios Max, en el Cocktail, Pablo Carbonell, se dirige a mi santa y le pregunta
- ¿Tú eres la de Manolito Gafotas?.
A lo que ella responde:
- No, yo soy una “perfecta desconocida”.
Mi mujer, efectivamente, guarda un cierto parecido con Elvira Lindo, la creadora de ese personaje infantil, al que la excelente carrera actual de la residente en Nueva York, ha hecho olvidar. Un personaje, por cierto, al que las versiones fílmicas le hicieron flaco favor.
Y mi santa es que tiene esas salidas, llenas de discreción. Me deja el cañón todo para mi.
El ex líder de “Toreros Muertos” aún estaba sobrio y sostenía su vaso tubo del que no se despegó en todo el periplo por los tugurios que visitamos en esa noche de farandulera celebración.
Decía que él era muy suyo para los vasos. Iba reponiendo en las barras, pero en el mismo contenedor. Y, si…también hubo que desbeber. En algún rincón de la madrugada compartí, en varonil y española costumbre, el momento “agüita amarilla” donde el cantante, como si fuese un micro, ¡seguía sosteniendo su vaso en equilibrio!.
Dado que eran los Max, había gente de diferentes disciplinas.
Farruquito, que en aquel momento era una joven promesa al que todo el mundo le besaba los pies (donde si no), nos miraba a todos con un aire de incredulidad, asombro, bastante incomodidad… y en la comisura de sus labios, un apunte de sonrisa sardónica con un poquito de desprecio.
En aquel momento habíamos recalado en un Bar minúsculo como un desván. Le pregunté a Pep Cruz que estaba de gira con “Hello Dolly” por Concha Velasco, que había intervenido en el Show. Me insinuó que la diva no tenía el chasis para juergas.
Y es curioso lo que hace el alcohol: Me dió por preocuparme por Nina (siiiiiiiii la de Operación Triunfo), que había conducido la Gala. Estaba francamente cansada pero aguantaba la marcha con una disciplina y profesionalidad envidiable. A mí, las tropecientas copas me habían producido un curioso paternalismo y me dio por darle palmaditas en la cara y preguntarle si estaba cansada. Creo que lo hacía como si ella fuera una huerfanita de Dickens, y yo un caballero que decidiera socorrerla de entre la sucia nieve de las calles de Covent Garden. No se cómo no me mandó a paseo. Es lo que tiene la noche y la buena gente del teatro. Que aunque seas un “perfecto desconocido”, si estás con ellos, es que eres parte del cuerpo de la escena. Son un mundo cerrado pero saben identificarte.
Y es justo lo contrario que la realidad cotidiana.
Cada día te cruzas, en el ascensor con tu vecino de siempre, a quien crees conocer. Gente respetable, encantadora, recién duchada y perfumada a la que si, un día, en suicida alarde de sangre fría, le espetases mirándole a los ojos: “sé lo que has soñado esta noche”…”sé cual es tu sueño morboso”…en lugar de enfadarse (lo que sería la reacción lógica), seguro que le notarías un brillo de angustia en sus ojos, un parpadeo azorado, una sequedad de garganta. Un grito mudo de culpabilidad.
¿Estamos realmente seguros de que nuestro más leal amigo no desea a nuestra mujer?; ¿de que ese respetable maestro al que confiamos a nuestros hijos no desliza subrepticiamente su mirada por los muslos tersos de nuestra hija, en verdad una incipiente prepúber a la sombra casi, de una muchacha en flor?...
Sería cuestión de segundos. Luego, ese vecino, recuperaría el libro de normas con el que todos funcionamos. Te insultaría, se atusaría las solapas y el pelo (¡fijate!) como si le hubieses zarandeado físicamente. Puede incluso que hiciera el gesto de pasarse las manos por el rostro como intentando limpiar un escupitajo… Una ceremonia de purificación ante un chiflado. Y lo serías, porque ese, tu vecino, es un “perfecto desconocido” y no tienes ningún derecho a invadir sus pequeñas miserias, que los psiquiatras dicen que son corrientes e incluso saludables. Porque son fantasías virtuales que quitan presión al ciudadano corriente.
Pero esos pocos segundos habrían bastado para darte cuenta de que convives con un completo extraño. Ahora él sabría que conoces su secreto. Y te odiaría para siempre.
Buen observador también, Pablo de Tarso, 2000 años atrás, se fijó que en Grecia, tenían un altar al dios desconocido. Los griegos, que conocían la vida al detalle de sus dioses, como en un culebrón, también tenían perfectos desconocidos entre ellos, y por si acaso, les habían puesto Ara y mantel.
Hablando de tabernas, tiendas, o lugares de reunión (que vienen de Tabernaculum), sepan amigos míos que casi todos nosotros somos adoradores de unos “perfectos desconocidos” y que, en pagana celebración libamos el jugo de sus fórmulas magistrales con o sin hielo.
¿Quiénes son esos ídolos desconocidos para la mayoría de los mortales, a pesar de que a diario sus nombres están en boca de cientos de millones de personas a lo largo y ancho del planeta?:
Jack Daniel (Whiskey); José Cuervo (Tequila); Jim Beam ( Bourbon); Tanqueray (London Dry Gin); Campari (Bitter), y hay muchos más…
…Pero, discúlpenme. Ahora tengo que hablar con alguien que me llama por el teléfono fijo, lo que ya da mucho miedo. Conoce mi nombre de pila, y me trata como si me conociera de toda la vida. Dice que es Gracia Patricia….
O es el ectoplasma de la Princesa de Mónaco, o una “perfecta desconocida”.
Jaime Roig de Diego
Ilustraciones del autor.