¡Hola de nuevo mis queridos potingueros! ¿Cómo se presentan estos días de cenas, comidas y eventos? A mí me encanta que llegue esta época en la que casi cada día hay que componer una imagen, dejando volar nuestra creatividad.

Sin embargo, una no puede despistarse un momento, ¡no os imagináis lo que me ha pasado hoy! Ya he decidido lo que me voy a poner cada uno de los días de estas Fiestas. Mis outfits han sido seleccionados tras un gran esfuerzo y dedicación fruto de desmontar mi armario entero (ropa de verano incluida) y probarme distintas combinaciones en repetidas ocasiones sola frente al espejo, frente al espejo con unas amigas, frente al espejo de mi mejor amigo, con mi perro frente al espejo… Lo tengo clarísimo. Los zapatos, los complementos, todo estudiado y perfecto. Me sentía feliz cuando, de pronto, caí en que había descuidado algo fundamental, ¡el maquillaje para cada ocasión! Para las comidas de día no hay problema, pues me gusta que sea muy natural. Pero para las noches,  esos momentos en que puedo mimetizarme con la oscuridad o con la luz según me plazca, esos instantes que se inmortalizan en interminables álbumes de fotos que luego subirá todo el mundo al facebook… ¡tengo que estar divina!

Ante un momento de crisis como ese he seguido el procedimiento de urgencia, esto es, salir corriendo al quiosco más cercano y hacerme con el número de este mes de las revistas más cañeras. Y no he tenido que mirar mucho, enseguida lo he visto claro… estas Fiestas el centro de atención se encuentra en la mirada, y la purpurina (o glitter) se convierte en la reina de la Fiesta. ¿Qué mejor forma de iluminar las Navidades que resplandecer con luz propia? Maquillarnos con destellos de hada, como los que dejaba Campanilla a su paso.

Reconozco que hay que pensárselo bien pues, en cuanto se abre un bote de purpurina, ésta se esparce y pega por todas partes. También puede entrarle a una en un ojo, con lo que mejor tener cuidado con las lentillas, y lograr quitársela toda al acabar la noche puede ser tarea harto complicada. Pero yo no tengo duda alguna, es un must para esta temporada.

La purpurina puede encontrarse en muy distintas formas. Es posible comprarla suelta en botecitos, o “incluida” en algunos sombras y productos que venden las firmas de maquillaje para facilitar su utilización. Según las ganas  que una tenga, a parte de la maña de la que estemos dotadas, podemos decantarnos por uno u otro.

Si nos decantamos por la purpurina auténtica, es posible utilizar la que venden en las tiendas de disfraces. Sin embargo, la que preparan las marcas de cosmética es más fina, pesa menos y su resultado es más compacto.

Antes de nada, siempre quedará mejor que nos apliquemos una sombra de ojos como base sobre la que colocar luego el brillo.

Para pegar la purpurina hay distintas opciones. Debemos utilizar algo que la fije a nuestro párpado, y para ello pueden servir el brillo de labios transparente, una sombra en crema o el corrector de ojeras como base. También podemos hacernos con pegamento para maquillaje (puede utilizarse el que se usa para las pestañas postizas) que aplicaremos sobre el párpado móvil.

A continuación, con un pincel plano, se aplica la purpurina a golpecitos. Seguidamente delineamos el ojo como nos guste más y nos aplicamos la máscara de pestañas.

Conviene que el tono de los labios sea muy suave para que todo el protagonismo se lo lleven nuestros ojos y evitar una “sobrecarga” que desvirtúe nuestro look.

Yo me voy corriendo a comprarme las cosas, el color es lo único que me queda por decidir, pero sé que seré la más brillante estrella de la noche.

Bye bye, Kisses! Miss Potingues (by Vanessa Jiménez-Elizalde)