Hoy hace 15 años estaba en la ceremonia de graduación de la Universidad donde estudié mi doctorado, en Atlanta, EEUU, mordiéndome la uñas y incrédulo ante la idea que este momento que llevaba esperando desde hace 8 años había llegado: me entregaban mi diploma, se acabaron los exámenes, empezaba la vida real. Sólo me faltaba sacar mi billete para ir a ese sitio, ¿como se llamaba?, Mallorca, eso… e ir a descubrir si era ahí dónde montaría mi primera consulta. Hoy, 15 años, tres niños, dos consultas y miles de visitas después, a veces me preguntan “cómo llegaste a ser quiropráctico?”. He aquí la historia.

Cuando tenía unos 17 años tuve un accidente, un buen golpe fue, y me dejó secuelas: migrañas. Una migraña es algo que no deseo a nadie, te deja KO por el tiempo que dura el dolor, y a mi me costaba mínimo un día más para recuperarme del todo una vez que se había ido el dolor. Más o menos un año después, cuando estaba cursando mi primer año de medicina, terminé en la consulta de un quiropráctico, recomendado por el traumatólogo que había visitado por un problema en una rodilla. En fin, que iba a ver el quiropráctico para la rodilla.

El quiropráctico, igual que hago yo en una primera visita, me explicó lo que haría: quitar la interferencia del sistema nervioso, provocado por vértebras desplazadas que comprimen los nervios en su salida de la columna hacia el cuerpo. Esta compresión hace que todo  lo que controla este nervio no funciona como debería, provocando a lo largo problemas físicos, ya que los nervios controlan todos los músculos, órganos y tejidos del cuerpo.

Todo esto me parecía muy bien, pero si podríamos ir al grano y quitarme el dolor de rodilla cuanto antes, mejor. Me dijo el entonces que el problema no era el dolor, era la causa del dolor, y que corrigiendo la causa, los problemas se solucionarían con tiempo, ya que el cuerpo se regenera y se auto-regula. Me gusta la teoría. Ahora a ver la práctica…

A las tres semanas de empezar los cuidados quiroprácticos intensivos, volvía a las canchas de baloncesto que llevaba meses echando de menso por culpa de mi rodilla. Dos semanas después, mi madre me dijo que había dejado de tomar mi medicación contra las migrañas, y que llevaba mínimo tres semanas sin tener una, un récord en aquel entonces, ya que me pegaban cada 8-10 días. Dijo ella que debería hablar con el quiropráctico que visitaba, que desde que iba ahí había notado cambios… Madres… Le dije que yo iba ahí por la rodilla y que eso no tenía nada que ver.

Dos semanas más tarde, aún sin tener ninguna migraña, le pregunté el quiropráctico: “¿Cómo puedes curar migrañas en gente sin saber que las padecen?”  Su respuesta me dejo alucinado: “yo no curo nada, ni nunca he curado a nadie”.

“Pero se fueron mis migrañas, sabías que las tenía?”

“No, no lo sabía pero me alegro mucho saber que tu cuerpo está recuperando su estado de función óptima, es el trabajo del quiropráctico. Porque no estudias quiropráctica?”

Así lo hice, y hoy, 22 años después, ya 15 años desde aquel día de graduación explico lo que os he contado cada día a l gente que visita mi consulta: el cuerpo se auto regula, y se regenera, sólo cuando el cerebro tiene todo el control sobre sus sistemas, sólo cuando el sistema nervioso está libre de interferencias, sólo cuando la vértebras de la columna están correctamente alineados y no comprimen a ningún nervio, sólo entonces el cuerpo puede curar, y asegurar que esto puede ocurrir es mi trabajo…

Karel Deprez, Quiropráctico - Palma