Pon un demonio en tu vida.
Biel Pol: - Joana, no adivinarás de dónde vengo.
Joana Pol: - No soy vidente.
BP: - Caramba, no eres vidente, pero casi has puesto el dedo en la llaga. ¡Vengo de la consulta de un vidente! Me ha echado las cartas del tarot. ¡No me mires así!
JP: - Espero que te haya dicho lo que necesitabas oír.
BP: - Me lo ha adivinado todo. Ha sabido que estoy preocupado, que la crisis económica me afecta, que no sé a quién votar en las elecciones, que estoy lleno de dudas y ansiedad y que necesito un cambio, tanto en mi vida personal, en salud, en amor y sobretodo en el trabajo.
JP: - Ya. ¿Te ha recomendado que te esfuerces un poco más, que tengas esperanza, que vas a pasarlo mal un tiempo pero que al final verás la luz al final del túnel?
BP: - Demonio de mujer, ¿cómo lo sabes?
JP: - Porque no hace falta ser vidente para ver lo evidente, hermano. ¿Cómo se te ha ocurrido acudir a un vidente?
BP: - Ay, Joana, son tiempos muy malos. La gente necesita fe. Mamá lleva varias semanas intentando que la acompañe a misa, y ayer supe que mi amigo Joan ha vuelto a hacerse monaguillo. No sé, todo lo que está pasando a veces parece un castigo divino, ¿qué opinas si probamos a ser de nuevo católicos practicantes? No creo que nos haga daño.
JP: - Querido hermano, a estas alturas si yo creyera en algo de todo esto preferiría negociar con el diablo. El otro ha tenido su oportunidad y la verdad es que, visto lo visto, si es verdad que Dios existe la está cagando a base de bien.
BP: - ¿Serías capaz de vender tu alma inmortal al diablo?
JP: - La vida es imprevisible y tenemos muy poco control sobre el futuro. La gente se preocupa más por asegurar su presente, y para hacerlo, ¿qué más da ponerte totalmente en manos de los bancos o de los políticos o pactar con el diablo? Los que se han atado de por vida a una hipoteca, los que viven pendientes del móvil, del Facebook o de la tele, los que han impulsado a ciertos políticos y todos los que han vendido favores sin pensar en las consecuencias a largo plazo, todos ellos ya han pactado con el demonio, aunque no lo sepan. Pon un demonio en tu vida, Biel, que te ofrezca dinero fácil y que borre tus agobios materialistas. Incluso esos que van a misa aceptarían un pacto si el demonio se les presentara vestido de Armani y con la manicura hecha.
BP: - ¡Eres diabólica!