Andén Cero. La estación fantasma del metro de Madrid.
Madrid nunca descansa. A veces, incluso pienso que el tiempo pasa más rápido aquí que en otras ciudades. De repente, te das cuenta y has consumido un día más del que apenas te has percatado entre atascos, prisas y humos. Al igual que Bill Murray en su popular “Día de la marmota”, ¡hoy quiero detener un poco el tiempo!. Y cuando esta sensación me invade, que suele ser demasiado a menudo, me reconforta saber de la existencia de algunos lugares que poseen la magia de ser anacrónicos y atemporales. Éste en concreto, lleva nada menos que 45 años atrapado en el tiempo y es sin duda uno de mis favoritos. Nuestra próxima parada, amigo lector, es el Andén Cero.
Algunos no conocerán su existencia y quizás los más observadores tengan una ligera idea de lo que hablamos si han cogido la línea 1 del metro de Madrid. Entre las estaciones de Iglesia y Bilbao, siempre hay algún pasajero que se acerca al cristal forzando la vista al máximo para poder ver, casi a modo de fotograma, la antigua estación de Chamberí. Abrió sus puertas en 1919 y desde 1966 permanece cerrada y atrapada en el limbo del tiempo. Fue diseñada por el arquitecto Antonio Palacios, quien se inspiró en la decoración parisina de la época con el objetivo de fomentar el uso del metropolitano en un tiempo en el que la gente era reacia al mismo. Pero el auge de los transportes, su ubicación en curva y la excesiva cercanía entre sus estaciones contiguas fueron la razón de su clausura.
Para evitar que fuera saqueada, el ayuntamiento decidió tapiar algunos de los accesos y así preservarla hasta futuras decisiones. No obtuvo éxito alguno. Aún así y pese a las sucesivas dificultades, se conservaron carteles de la época, billetes en las papeleras, elementos decorativos, etc… Pero, ¿qué ocurrió durante estas cuatro décadas?. No existe mucha información que lo documente, pero si multitud de historias, leyendas urbanas, habladurías y un larguísimo etcétera que hacen que este lugar posea un encanto especial. Durante estos años, el peor percance que se recuerda fue la agresión de los grafiteros alrededor del año 2003. Éstos plasmaron sus firmas en algunos de los mosaicos y anuncios de la época, intentando permanecer imborrables al paso de los años y a las retinas de los viajeros. También se realizaron algunas hogueras, quien sabe si por los mismos vándalos o por personas sin techo que buscaban refugiarse del invierno de Madrid, que ennegrecieron la cerámica y llenaron de cenizas todo el mobiliario.
Y eso que la única forma de acceder a ella, era recorrer por los túneles los más de 300 metros de oscuridad total que la separan de las estaciones aledañas. No parecía impedimento alguno. El clásico “todo va mejor con Coca cola” fue sustituido por un “Te amo Rob”, creando poco a poco un suburbio al más puro estilo Blade Runner. Tampoco le faltaron las clásicas historias de fantasmas que los programas de misterio se encargaron de difundir y popularizar. La más típica, la de una mujer que permanecía sentada en uno de los bancos de la estación esperando el último tren. Éstos y otros hechos inspiraron a directores como Fernando León de Aranoa, quien convirtió la estación en refugio de indigentes para su película “Barrio” en 1998. No andaba mal encaminado. También formó parte de los decorados de la más reciente “Pájaros de papel”, de Emilio Aragón.
Pero el acto que determinaría su decorado final comenzó el pasado año 2008 y fue la construcción, después de dos años de restauración, del Museo Andén 0 del metro de Madrid. Actualmente cuenta con dos sedes, la estación de Chamberí y la nave de motores. Una visita obligada para aquellos que, de vez en cuando, tengan la necesidad de refugiarse en ese tipo de lugares a los que el paso del tiempo ha parecido perdonar.
Marta Garau.