La vie en rose, cuando Marion Cotillard se convirtió en Edith Piaf
Érase una gran dama del mundo de la canción, se llamaba Edith Piaf, menudita, desgarbada, pero dotada de una voz singular, potente, vibrante. Muchas noches antes de dormir suelo escuchar su potente voz y sus desgarradas canciones en mi mp3 Podríamos definir su música como esas canciones que nos acompañan a lo largo de nuestra vida vayamos donde vayamos. Eso era Edith Piaf.
Estamos ante una importante biografía de Edith Piaf (Edith Giovanna Gassion; París, 1915 - Provenza, 1963) Cantante y letrista francesa. Su vida estuvo marcada por la desdicha desde su más tierna infancia, lo que ejerció una influencia decisiva sobre su estilo interpretativo, lírico y desgarrado al mismo tiempo. Su aspecto desvalido le valió el nombre por el que es universalmente conocida: Piaf («gorrión»).
La película de Olivier Dahan muestra una perfecta recreación de la época, del ambiente sórdido y duro en el que transcurrió la infancia de la pequeña Piaf y sin buscar la falsa compasión nos explica los motivos de su amargo carácter que le llevó a la droga, al alcohol, a la autodestrucción y a una vejez prematura muriendo muy joven.
Edith Piaf fue una figura completamente extraordinaria con un repertorio marcado por una fuerte personalidad, se desvivía en el escenario donde actuaba. Fue cantante callejera como su madre en la infancia conociendo toda clase de tugurios. Su escuela fue la calle de los barrios marginales de un París mugriento alejado de la ciudad Luz a la que tanto nos han acostumbrado.
La actriz principal, Marion Cotillard está a la altura de su personaje gracias a una perfecta caracterización, pero también a que puso el alma en cada plano convirtiéndose en la primera actriz francesa que ganó un Oscar en un film rodado en la lengua de Moliere.
Toda la película rebosa vitalidad, ahondando en el alma atormentada de la popular cantante, el menudito gorrión de París cuya vida fue muy poco “rosa”, como canta el título de una de sus mejores canciones.
Salvador Sáinz