No me pises el tutú

 

Hola amigos in-mediatikos, la "dire" al habla.

Después de casi seis meses de duro pero muy satisfactorio trabajo junto a mi fabuloso equipo de compañeros redactores, me lanzo. Heme aquí dispuesta a destripar mi alma, vaciar mi estómago, retorcer mis entrañas, estrujarme el cerebro y rebañar mi tuétano para conseguir llenar con algunos pensamientos ésta nueva sección, y todo ello, sin perder ni un gramo. Que esa es otra historia. Nunca entenderé porque siempre tengo que arrastrar kilos de más con lo mucho que me muevo. Los llevas muy bien repartidos, dicen mis amigas. Me quieren y se nota. Y es verdad que si existe algo parecido a un Dios, conmigo se enrrolla. Bueno, al menos hasta hace poco, porque últimamente he comenzado a notar que lo que antes se colocaba estratégicamente en un sitio, ahora se ha vuelto un poco más caprichoso y le cuesta entrar en cintura, desparramándose por donde le da la gana. Menos mal que existen tratamientos carísimos, que no me puedo permitir, y que sé que funcionan.

Pero bueno dejemos a los kilos al margen, que a mi me importan lo justo, para centrarnos en otras cosas mucho más importantes. Como por ejemplo la lengua. Al margen de si eres monolingüe, bilingüe, trilingüe, superpolíglota o te viene justo con la jerga de ir por casa, convendrás conmigo que la lengua está para usarse ¿verdad? (no hacer lecturas libidinosas) Pues yo la uso y mucho. Me gusta mucho hablar, herencia de mis ancestras de hace 40.000 años. No por nada llevo 22 años en el mundo de la comunicación, más de la mitad de los que tengo.Tranquilos, ya os echo yo las cuentas. Tengo 40. Sí, éste año bellaco y ruín en el que la crisis hunde a medio mundo en la miseria, yo he entrado en los históricos 40 y supuestamente en barrena. O eso es lo que la gente cree, porque yo me siento mucho más vivaz, inteligente, experta, atractiva y amigable que nunca. Estoy hecha una piopiola. Carry tiembla.

Con solo 18 livianos años me metí por error en el mundo de la radio. Digo por error, aunque fué toda una bendición. Mientras mis padres seguían pagando mis carisismas clases de TCP de lujo en la academia de aviación, había que sacarle partido a mis lenguas. Y es que desde pequeña mi retórica vale por tres, es decir que además de ser un miembro muy activo de mi corporación, puedo usarla desde muy temprana edad en la lengua de Cervantes, en la de mi "padrina Joana" y en el mi mamá marsellesa, oh la la!. Además de eso con los años aprendí algo de otras lenguas, como casi todos. ¿Cómo querías que me dedicara a otra cosa que no fuera el mundo del periodismo y la comunicación? Estoy programada para ello. Desde el momento cero. Aunque no todo fueron rositas, de niña tuve que deambular por varios colegios hasta que mis padres dieron con uno en el que entendieran el "patois" , lease patuá, que me había inventado, resultado de la mezcla indiscriminada de vocablos españoles, mallorquines y franceses. Hasta que un día lo entendí todo (las monjas y los curas también) y lo usé conforme lo necesitaba.

Y hasta ahora. Creo que he aprendido a usar lo mejor que he sabido las tres lenguas oficiales de la república independiente de mi casa. Esa casa que nunca está vacía. Ni limpia del todo, y no será porque no friegue y friegue. ¡Si uso Cillit Bang! Pero una cosa he aprendido con los años de asistenta de mi hogar ( y workaholic fuera de ella) es que el esfuerzo sobrehumano que una realiza por tenerlo todo en orden es directamente proporcional al énfasis que ponen los demás en ensuciar y desordenar. Y que hay anuncios engañosos de mierda. Cillit Bang es una caca con presupuesto publicitario. Donde se ponga el cristasol de toda la vida o el fantástico Mister Propper, luego nacionalizado español, Don Limpio, nada. Y es que si a algo no me acostumbro es a que me pisen el fregado. Ni mi perro Watson. Ni mis tres hijos. Ni los amigos. Ni mucho menos mi marido. Aquí nadie pisa nada hasta que esté seco del todo. Idò alerta!

Hablando de pisar, algunos se preguntarán...¿por qué ha llamado la sección "No me pises el tutú"?

Pues fácil respuesta. Mi hija pequeña Chantal un día me espetó esa frase " mamá no me pises el tutú" y me quedó grabada para la eternidad. ¡Claro hija! No dejes que nada ni nadie te pise el tutú, faltaría más. El tutú, otrora todo aquello que nos rodea, reconforta y hace feliz, es tan importante para una niña pequeña como tu primer Louis Vuitton o el primer sujetador que te compró tu madre en El Corte Inglés. O los primeros tacones. En fin, que si te ponen un tutú es porque lo deseas con toda tu alma y, créeme, eres capaz de defenderlo con la vida misma, si hace falta. Pues precisamente con la imperiosa necesidad que tienen los niños de decir siempre aquello que piensan y saben defender sus jóvenes pero determinantes principios, ese era el mejor título que podía compartir con todos vosotros.

No me pises mi tutú. No me pises mi terreno. No me pises aquello por lo que he luchado y conseguido. Tampoco os creáis que voy a convertirme en una voz guerrera como la heróica María Pita, no. Solo que aquí, en mi pequeño e irreductible pedacito de tutú que acabo de colgar en la revista, diré lo que me venga en gana. Sin trampa ni cartón. Solo con la ayuda fehaciente de mi descarada lengua, que dicho sea de paso, he conseguido educar bien a golpe de mordiscos. Esa es otra de las cosas que aprendes con los años, a morderte la lengua. És fácil, la mantienes estrujada entre el maxilar superior e inferior y aprietas. Lo justo para no decirle a la capulla de al lado que es la tia més idiota con la que te has topado nunca en años y que no,  no te gusta su horrible vestido de paillettes por muy caro que sea, que odias su perfume por muy lejos que venga, y que jamás has mantenido una conversación tan pueril con alguien que se supone que es licenciado en algo y que su pelo parece el final de una fregona Vileda. Seguro que encima conduce mal y aparca peor.

Pues para eso sirve morderse la lengua. Para no caer en fatalismos políticamente incorrectos y actitudes reprochables por los "perfectos". Que de esos si queréis un día hablamos, los que siempre lo hacen todo bien. Hasta que les pillan robando y mucho. Y como son perfectos, todo el mundo sabe que han hecho algo mal pero que no lo pagarán tan caro como los "imperfectos". Pero ese también es otro tema. Desde aquí ésta semana presento mis disculpas anticipadas a mis amigos lectores por lo que seré capaz de contar y escribir.

Voy a hacer lo posible por no cargarme mi reputación que lo mío me ha costado conseguir. Es decir que si alguien lee entre líneas cosas que yo no he dicho ni he pretendido, mejor que vaya al oculista que a éste también le ha bajado la clientela. Hablando de clientes, o deberíamos decir en nuestro caso, lectores, debo dar las gracias por esta acogida a nuestra revista tan calurosa, no sin olvidarme, que es fruto del compendio inteligentil de muchos cerebros bienpensantes que se han querido sumar a ésta maravillosa aventura que es la de editar una revista semanal digital y no morir en el empeño. Horas y más horas ante el editor que bien me han valido ya más de un castigo por parte de mi sufrida família que cada miércoles se ve irremediablemente desplazada por el treje y maneje de artículos, fotos y links que se suceden sin parar en la pantalla del ordenador, en detrimento de mis tímidas e incipientes varices que me piden estirar las piernas.

Pero aquí si que me atrevo a gritar el "todo vale" solamente por el puro placer de compartir cada semana nuestras opiniones y sensaciones con mis compis en la "oficina virtual" que nos hemos montado. Bien equipada, eh?, no creas, no nos falta de nada. La "ofi" bien merece un capítulo para ella sola. A medianoche pasan muchas cosas en ese lugar. Algunas más contables que otras. Y entre todas esas historias encontraremos muchos metros de hilo con los que hilvanar nuevas novelas semana tras semana. Entramado periodístico tejido a golpe de teclas, redes sociales y encuentros virtuales. Una delicia para el equipo que ha visto crecer semana a semana las visitas de los lectores in-mediatikos que nos han abierto las ventanas de sus portátiles, ipad' s o teléfonos móviles de tercera generación. Gracias. Voy a desnudar mi corazón y no pondré biombo, promesa. Y como ya he dicho mi edad me permito el lujo de cerrar con una cita del dramaturgo y novelista irlandés Oscar Wilde:

 

"Cómo tener confianza de una mujer que le dice a uno su verdadera edad. Una mujer capaz de decir esto es capaz de decirlo todo."
 
          Sandra Llabrés
 

 

DICCIONARIO

dire: Capulla que trabaja día y noche y sueña con triunfar.

entrañas: Lo que les falta, por error de fábrica, a los banqueros y financieros.

Dios: Una cosa que dicen que existe pero que nadie a visto. Como una energía ilimitada, barata y simple.

amigable: que ha aprendido a disimular su mala leche.

TCP: Tripulante de cabina de pasajeros. Azafata de toda la vida.

Cervantes: Un señor de Alcalá de Henares. Creo.

Cillit Bang: Un engaño publicitario.

Mister Propper: Cachas guapetón que te mira mientras limpias.

Watson: Mi perro.

Chantal: nombre impronunciable para las señoras mayores de Búger y comarca.

Louis Vuitton: Luxury gifts, French fashion, handbags and accesories. ¿Lo pillas?

El Corte Inglés: Guardería de lujo.

María Pita: Una gallega con cojones.

Vileda: La Top de las fregonas.

Inteligentil: No existe.

morir: lo que hace una hasta que se quita los zapatos nuevos.

oficina virtual: una muy chula y secreta.

redes sociales: esas de las que pasabas hace un año y ahora te tienen loc@

lectores in-mediatikos: los más guapos y listos.

Oscar Wilde: un tipo que jamás envió un email.

 



 

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